Hola mis Criaturas Literarias, soy JaaB, esta vez les traigo una entrega de ciencia ficción.
La desesperación de estar atrapado en un lugar claustrofobico y sin salida, donde únicamente sabes que llegaste ahí por merito propio y eso es lo que más te atormenta.
Ciencia Ficción.
Finalmente lo había conseguido, después de años de
investigaciones en cuevas y excavaciones en todo el mundo. Carter pudo ver una
luz plateada entre la pared rocosa, en una catacumba oculta en el Amazonas. Cuando
vislumbró aquella lucecita en la pared, producto del reflejo de la luz, se
emocionó como un niño en Navidad. Pero Carter era celoso, a pesar de ser la
cabecilla de la exploración arqueológica que se llevaba a cabo; quería ser él,
quien descubriese el hallazgo definitivo, por lo tanto, guardó silenció… Luego
en la madrugada, salió de su tienda de acampar, adentrándose a la oscura
catacumba de procedencias extrañas.
Equipado solo con una pequeña linterna, un cincel, un
martillo y una diminuta brocha para limpiar, caminó por las tumbas dentro de la
cueva, penetrando paso a paso hasta las profundidades de lo desconocido. Cuando
halló el final de la catacumba, bifurcó en un agujero en la pared, un hueco
casi en picada hacia una oscuridad más compleja y absoluta. Ya no era una catacumba,
solo paredes de rocas en una cueva inexplorada, con el suelo mojado y carente
de sonido. Pero Carter no tenía miedo, estaba ante el descubrimiento más grande
de la humanidad. Miles de personas habían muerto y desaparecido en otras
expediciones, solo para conseguir pistas que lo llevaran a este sitio, y
finalmente el ambicioso arqueólogo encontró el destello al final de un túnel;
el mismo que había visto cuando entró por primera vez a esa zona de la cueva,
hace muchas horas en la mañana.
Desde hace muchísimas décadas, el hombre siempre se
preguntó si la humanidad se encontraba sola en el universo. Gradualmente los
avistamientos de objetos voladores no identificados, indicaban la presencia de
tecnologías superiores y presencias de otros planetas y universos. Pero no fue
hasta en la década de los cincuentas que se encontró el primer hallazgo en
ruinas Mayas. Luego los investigadores arqueológicos comenzaron a atar cabos
sueltos en la historia, y unían aspectos extraños en civilizaciones antiguas
alrededor de todo el globo terráqueo. Aquellos seres de otros mundos distantes
nos visitaban desde tiempos inmemorables; por lo tanto, surgían preguntas que
pronto serían respondidas con el hallazgo de Carter… ¿Los extraterrestres
tuvieron un contacto directo con la antigua humanidad?, ¿Fueron venerados como
dioses?, ¿Ayudaron a edificar monumentos y estructuras imposibles para los
hombres?
A medida que el tiempo transcurría, la comunidad
arqueológica descubría más conexiones entre cada aspecto cósmico. Poco a poco,
revelaban verdades que llevarían a la humanidad a acercarse verdaderamente a un
contacto alienígena real; y no absurdas suposiciones amarillistas, como falsos
avistamientos de ovnis o encuentros maltrechos como en Roswell.
Carter era el encargado de la exploración para
encontrar el último vínculo de la civilización humana y la extraterrestre. Tras
años de investigación, todas las culturas apuntaban a un mismo sitio…, por las
enigmáticas catacumbas donde se encontraban, junto a extraños jeroglíficos
misteriosos. La exploración arqueológica estaba completamente segura de que,
habían llegado a donde años atrás, los antiguos exploradores predijeron que se
encontraba la última pieza del rompecabezas.
Las pistas lo llevaron a un lugar oscuro y peligroso
en el Amazonas. Profundidades parapléjicas con suelos dificultosos de acceder,
pero las pistas eran fidedignas y reales. Miembros del equipo encontraron
piezas de diferentes formas, hechas de un material metálico y plateado de
procedencias inexplicables. Más pronto que nunca, el brillo en la cueva que
nadie percibió, captó la atención de Carter. Se llevaría el crédito de toda la
exploración, como un sucio ambicioso.
Carter se acercó a la pared con el brillo de plata. Sacó
el pequeño cincel con el martillo y rompió la roca. liberando de a poco un
insólito objeto cúbico. Usando guantes protectores, Carter tomó el cubo
plateado entre sus dedos. Una pequeña pieza cuadrada de unos 3 centímetros, sin
duda alguna, la sola presencia de ese objeto, revelaba la existencia sobrenatural
fuera del planeta Tierra. Tan solo verlo, liberaba una energía cósmica en la
cabeza de Carter, como si en un parpadeo, pudiese viajar a través de la galaxia
hacia mundos desconocidos, nunca vistos por el hombre.
El cubo de plata estaba compuesto por varias barras
rectangulares, pegadas, igual que imanes. Al tocarlas, Carter pudo sentir que,
con la suficiente fuerza, podría separar todas las barras para desarmar el
cubo, pero por el momento, no lo hizo, y giró el cubo en varias direcciones
para observar todo su esplendor. Tomando una lupa, observó los detalles
metálicos de plata en el cubo, era de esperase que el objeto componía el mismo
estilo de materiales extraños encontrados cerca de la cueva; además de llevar
unas inscripciones diminutas, escritas a lo largo de las barras. Los mismos
símbolos que pudieron lograr ver al comienzo de la catacumba.
Carter esbozaba una sonrisa ambiciosa. Se imaginaba
ganando premios gracias al descubrimiento. Por breves segundos, no pensó
realmente en el contacto alienígena real, sino más bien, en la fama que
llevaría el objeto a su vida. Comenzó a reírse como un demente idiota. Después
de una pausa alegre, se quitó los guantes para tocar el cubo con su propia
piel. Lo tanteó sintiéndolo frío y húmedo. La superficie era lisa, a excepción
de las marcas con inscripciones.
Con el dedo índice y pulgar de la mano derecha,
sostuvo con fuerza una barra metálica encima del cubo. Comenzó a retirarla
forzosamente, como si se trataran de dos fuertes magnetos pegados entre sí. Cuando
finalmente pudo quitar la barrita plateada, una luz cegadora surgió del
interior del cubo, iluminando por completo la cueva. Una gigantesca linterna blanca
que, resplandecía de una fuente de energía diminuta, como lo era el cubo.
La luz blanca cegó a Carter de lleno. El resplandor
aniquiló la visión en todo el lugar volviéndolo una «nada» blanca. Carter no
soportó la intensidad de la luz, y como un reflejo humano, su cabeza no aguantó
más y se desmayó.
La jaqueca iba menguándose, la visión en sus ojos se
adecuaba al entorno, los pestañeos iban agudizando la vista y enfocando la
mira. Carter comenzaba a despertarse de su letargo: se frotó los ojos, se palpó
la cara con las palmas para desperezarse. Cuando miró su ropa, notó que no era
la misma que llevaba puesta antes del desmayo. Ahora llevaba una especie de
bata blanca hasta las rodillas; debajo del manto, un traje gris oscuro ceñido
al cuerpo, parecido a los trajes de neopreno de los buzos. No tenía zapatos, ni
guantes, el traje gris cubría todo su cuerpo, a excepción de los pies y las
manos. Carter, sorprendido, se llevó las manos a la cabeza, y un sudor frío le
recorrió la nuca cuando se dio cuenta que su cabello había desaparecido. Una
calvicie totalmente limpia, adornaba la cima de su cabeza. Se asustó
levantándose del suelo inmediatamente. De pronto, se dio cuenta que tampoco
tenía cejas, ni algún vestigio de cabellera en todo su cuerpo, como si nunca le
hubiese crecido en su vida.
Pero no fue hasta que Carter logró calmarse de su
deficiencia de pelaje que, finalmente percibió que no se encontraba en la
cueva… El lugar era oscuro, sin duda alguna, pero las paredes resplandecían con
un brillo metálico opaco y cristalino. Carter se acercó a la pared y sobó la
superficie, la textura era lisa y fría, le dio escalofríos… Giró la mirada en
todas direcciones, para divisar la amplitud del sitio. Se encontró en un
pasillo largo que, se perdía en la oscuridad por ambos senderos de los
corredores.
El pasillo contaba con un espacio muy reducido. Casi dos
metros de ancho, calculaba Carter. Caminó hacia la otra pared y se tropezó con
un vidrio en medio; otra pared transparente bloqueaba el acceso al otro lado.
Carter se frotó la nariz disminuyendo el dolor del impacto. Visualizó con
atención la nueva pared, no era un vidrio, era un espejo: podía ver su reflejo
oscuro y borroso por la falta de luz; eso quería decir que el pasillo era mucho
más pequeño de lo que imaginó, quizá menos de un metro de ancho.
Una luz se encendió al fondo del corredor hacia su
izquierda. Carter volteó la mirada ignorando al espejo. Una serie de luces
comenzaban a encenderse progresivamente en el techo del pasillo, hasta llegar a
Carter. Pero una puerta al final del túnel le llamó la atención. Corrió con
toda su velocidad hacia esa dirección, y en tanto corría, detallaba la textura iluminada
del pasillo: un metal muy claro y cromado, brillante y casi cegador, igual que
las piezas encontradas en la exploración, y el cubo que encontró en la cueva. Era
un pasillo totalmente cromado.
Las luces en el techo eran fuentes de iluminación radiantes,
no eran focos de luz normales como bombillas o neones. A simple vista, parecían
esferas de luz blancas, colocadas en el techo, y protegidas por una lámina
transparente de vidrio grueso.
A Carter no le importó mucho la luz, quería salir de
ese sitio y aquella puerta grisácea en el fondo, era su única salida. En cuanto
corría y se acercaba a la salida, Carter observó que el espejo terminaba a unos
metros antes de la puerta. Luego de culminar la refracción, una pared del mismo
material cromado se ajustaba a la puerta.
Al llegar, Carter golpeó la puerta con las manos,
trató de buscar una hendidura, cerradura o alguna especie de picaporte, pero la
puerta metálica gris era inaccesible. Le recordaba esas puertas gigantes de
seguridad muy rústicas, esas parecidas a las que usan en los refrigeradores en
las carnicerías.
Gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ayuda, golpeaba
la puerta con los puños y con patadas. El sonido era casi nulo en el pasillo, y
supo verdaderamente que era un prisionero. Preso por alguna fuerza
extraterrestre, proveniente de la misma fuente que aquel cubo misterioso.
Estuvo a punto de llorar. Entonces giró hacía la otra
parte del pasillo, un infinito corredor que se perdía en el horizonte. A lo
lejos, las luces seguían encendiéndose de a poco, quizá del otro lado podría
encontrar algo…
No quiso correr por los momentos, Carter nunca fue muy
bueno en aptitudes físicas, el último trote lo cansó. Caminó alejándose de la
puerta, le echó un vistazo por última vez. Se encogió de hombros con otro susto
aterrador, cuando se percató que en realidad la segunda pared no era un espejo,
verdaderamente se trataba de un vidrio como el que protegía las luces en el
techo… entonces… ¿Ese reflejo que había visto del otro lado no era él? había
otra persona del otro lado del vidrio…
Intentó recordar si el supuesto reflejo corrió junto a
él cuando vio la puerta, pero no le prestó atención en ese momento, su
necesidad de escapatoria lo mitigó de esa presencia. Carter golpeó la pared de
cristal intentando algo, pero era tan fuerte como un vidrio blindado.
Se recostó a la pared pegando su rostro, para observar
el otro lado del pasillo. Caminó de vuelta a la puerta, pegado a la pared,
tratando de visualizar el extremo opuesto de la puerta. Desde la distancia observaba
un cúmulo, una persona agachada en la esquina de la segunda puerta, del otro
lado del pasillo cromado. Efectivamente había otra persona ahí con él.
Gritó tratando de llamar la atención de la otra
persona, esta volteó y se levantó del suelo. Recorrió con calma por el pasillo,
hasta llegar a Carter; que le hablaba, preguntándole cosas, pero se calló de
lleno, al observar el rostro de su acompañante… tenía las mismas
características que Carter poseía en ese momento: una calvicie pulida, un
humano carente de cabello; vestido del mismo modo, con aquel traje gris y la
bata blanca hasta las rodillas. Carter respiraba con fuerza, nervioso y perturbado,
esa persona era aterradora: su rostro era completamente unisex y las cuencas de
sus ojos estaban vacías, una luz blanca emergía desde los agujeros donde una
vez hubo ojos; eran fuertes luces blancas, iguales a las que iluminaban el
pasillo.
La persona trataba de hablar, pegaba una mano al
cristal tratando de comunicarse con Carter. Pero el sonido era inexistente, probablemente
la pared no permitía el paso de ondas sonoras. La otra persona se enfureció y
abrió la boca con un grito aterrador a pesar de no haberlo escuchado. Una luz
incandescente surgió de la boca de la persona, iluminando todo como un faro en
la madrugada. Carter detalló la boca carente de dientes y con el mismo susto,
comenzó a correr desesperado al otro lado del pasillo, perdiendo de vista a su
compañero…
Carter volvió a cansarse y se tiró al suelo respirando
con dificultad… ¿Qué clase de persona era esa? se trataba de un alienígena… ¿La
mente maestra detrás de su secuestro? No… no podía ser eso, a pesar de haberlo
visto unos cuantos segundos, esa persona se encontraba en las mismas
condiciones que él: alguien desesperado por salir y ser ayudado. Incluso estaba
vestido igual y no tenía cabello… De repente, los latidos de Carter se
aceleraron de golpe, había cosas en aquella persona que lo igualaban a él…
Carter con mano temblorosa, tocó su rostro y sintió sus facciones características
diferentes: su mentón era distinto, su nariz más perfilada. Su dedo se aproximó
hacia su ojo derecho y descubrió una cuenca vacía, donde cabía casi su dedo
entero. Inmediatamente movió su lengua en la boca y descubrió que no tenía
dientes… Él era exactamente igual que la persona del otro lado… ¿Qué demonios
le habían hecho…?
La sorpresa devastadora fue tan abrupta, agonizante y
aterradora que le provocó otro desmayo a Carter.
Al despertar, Carter sintió que había transcurrido
casi un día entero estando inconsciente. Le dolía el hombro derecho, se levantó
con dificultad, su cuerpo pesaba como plomo, lo cual era extraño, ya que algo
faltaba en su sistema. El dolor en su hombro no era más que la ausencia de un
miembro importante de su cuerpo. Se levantó aterrorizado pegando gritos como un
demente, su brazo derecho había desaparecido por completo. Con su otra mano, se
tocaba el abandono a su derecha…
Era sumamente extraño y desconcertante, su extremidad
no había sido arrancada, apuntada o desmembrada. Simplemente no estaba, como si
nunca hubiese tenido un brazo. ¿Podría ser que algo le desprendió el brazo
mientras dormía con alguna tecnología alienígena desconocida?
De repente, sintió una mirada. La otra persona del
otro pasillo, lo observaba gritando y golpeando el vidrio con sus brazos; las
manos y nudillos se le ensangrentaban de tantos golpes que propinaba a la pared
translucida. Carter inició sus respiraciones nerviosas, el sujeto del otro lado
también se encontraba en una situación precaria, incluso peor que la de él… El
otro no tenía piernas, se arrastraba en un intento inútil de escapar de lo
inevitable y tratar de comunicarse con Carter.
El pobre de Carter entró en pánico y echó a correr,
decidió abandonar a su único compañero y desaparecer al fondo del pasillo
infinito. Por varias horas corrió y corrió, por alguna razón no se sentía
cansado, probablemente el golpe de adrenalina lo impulsó a la demencia de
correr sin sentido alguno. A esas alturas era imposible que la persona del otro
lado pudiese alcanzarlo a rastras.
Quizá pasó otro día entre tanto descansaba y seguía
corriendo. No podía calcular cuántos kilómetros recorrió; pero algo cambiaba en
el pasillo: las luces estaban más opacas, al fondo, la oscuridad, se percibía
más negra y abundante… ¿Podría estar llegando al final? No le importaba si
fuese oscuro, todavía vislumbraban algunos vestigios de luz, aunque poco a poco
se oscurecía más y más.
Cuando finalmente se adentró a lo más profundo de la
oscuridad, destelló un brillo azulado. Carter no tenía visión alguna, su cuerpo
era guiado por el brillo al final del pasillo. Distinguió en la oscuridad una
puerta negra ovalada, no se parecía en nada a la puerta del otro lado. Estaba
abierta, casi tropieza al chocar con el borde de la puerta en el suelo y con
mucho cuidado entró a la habitación…
Del otro lado, las luces azuladas brillaban como estrellas.
La oscuridad y el brillo adornaban todo, como si estuviese caminando en el
espacio exterior. Una especie de silla parecida a un trono, se posaba en medio.
Carter la rodeó, tratando de respirar con menos fuerza, y cuando por fin pudo
darle la vuelta… ¡Lo vio!
Un ser de otro universo estaba sentado en el trono
espacial. Un humanoide de piel negra muy oscura y brillante; la piel parecía
escamosa, pero cada vez que volvía a verlo los destellos de las luces en su
piel, cambiaban el patrón de sus escamas.
Aunque no podía creerlo, finalmente estaba ante la
verdad de todas las investigaciones de la raza humana… un genuino ser de otro
universo. Aquella criatura estaba desnuda en su trono, no pudo distinguir su
sexualidad. Aparentemente una especie de casco del mismo material que el trono,
cubría su cabeza. Ese era el motivo por el cual, la criatura no captaba su cobarde
presencia.
Varias esferas de luz comenzaron a juntarse frente a
la criatura. La luz formó un rectángulo brillante, luego el resplandor
disminuyó, revelando una pantalla. Una especie de ventana o más bien monitor.
Esto comprobaba una cosa, probablemente estaba dentro de una nave
extraterrestre.
La imagen del monitor se enfocó, era una cueva oscura
marrón y amplia, las rocas se veían enormes. Carter logró ver una hormiga
gigantesca caminando entre la arena del suelo. La criatura movió la mano
girando la cámara del monitor; si Carter hubiese tenido pelo, el cabello de la
nuca se le hubiese erizado con lo que vio. Su cuerpo estaba ahí, tirado en el
suelo; un colosal Carter inconsciente, ensuciado con la arena. ¿Qué clase de
broma es esta?, ¿Él no era Carter?
El ser de piel negra levantó el otro brazo
pronunciando unas palabras, su habla constaba de sonidos con la garganta,
aguados y asquerosos. El cuerpo de Carter se levantó, se limpió la arena de la
ropa y se acercó a la cámara. Los enormes dedos tocaron la superficie de la
pantalla. Entonces fue cuando Carter entendió donde se encontraba, estaba
dentro del cubo metálico; esa luz debió absorber su conciencia, atrapándolo en
ese cuerpo andrógeno que llevaba puesto… ¿Qué tan avanzada era la tecnología
alienígena que puede manipular la conciencia, la materia y la lógica?
Pero entonces eso quería decir que algo o alguien
estaba dentro de su cuerpo original. El Carter fuera del cubo terminó por
ajustar algo fuera del cubo, seguramente las piezas que él había movido cuando
lo removió de la pared. El usurpador miró directamente a la pantalla y Carter
captó que sus ojos eran completamente negros y líquidos. Comprobó que otra
criatura, como la que estaba sentada en el trono, se había apoderado de su
cuerpo.
Repentinamente, los compañeros de exploración entran
en la cueva buscando a Carter. Con un pestañeo rápido, el usurpador cambia sus
ojos negros a los originales ojos color café de Carter, y guarda el cubo en su
bolsillo opacando la pantalla.
Carter logra escuchar su propia voz hablando
normalmente con sus compañeros, le temblaba la quijada del miedo y el horror.
¿Qué le esperaba ahora a él?, ¿Qué planes tienen estos alienígenas?, o peor aún…
¿Cuántas veces estas criaturas habrán hecho esto anteriormente en otras
civilizaciones humanas?
Líderes mundiales pudieron ser usurpados por
identidades extraterrestres, y estamos siendo reinados por mentes superiores;
jugando con nosotros como una colmena de hormigas estúpidas.
Carter se enfrascó tanto en sus pensamientos y no se
percató que la criatura se había levantado del asiento. Se quitó el casco y
caminó ligeramente hacia su dirección. Se enfrentó a la cara furiosa del
enemigo, una cara humana demasiado perfecta para ser vista directamente: de
rasgos finos y pulcros, ojos oscuros como un manantial negro, una boca humana
con lengua y dientes; el labio superior grueso y delicado. No tenía orejas, ni
cabello; su cabeza se aplanaba un poco en la parte superior, cayendo hacia
detrás como una especie de cuerno.
La mirada sorpresiva de la criatura lo aletargó, pero
luego el ceño fruncido proveniente de una mente superior en todos los ámbitos,
lo tumbó al suelo con una parálisis horrenda en todas sus extremidades.
El ser superior gritó desapareciendo la oscuridad de
la habitación, como si hubiese apagado una función de la nave. La habitación
era exactamente igual que el pasillo, hecha de un metal cromado muy fuerte y
brillante. El resplandor metálico resaltaba las facciones y piel del
alienígena. Estaba furioso e iracundo, quizá nunca pensó que un humano podría
llegar a su habitación, o se enfureció por cometer la torpeza de dejar la
puerta abierta.
La criatura levantó la mano señalando a Carter. Vio
que tenía cinco dedos, espeluznantemente humano; y como si un borrador mágico
se tratase, el brazo izquierdo de Carter desapareció. No sintió dolor, pero una
angustia indescriptible le recorrió toda la médula. Con su último aliento, se
paró del suelo y atravesó la puerta de vuelta al pasillo.
Inició un trote cansado, pero fue acelerando, pisando
con todas sus fuerzas para lograr huir de la criatura. No se atrevió voltear la
mirada por miedo a sentirlo cerca, pero sabía que la criatura lo perseguía. Lo
peor era que podía sentir que no se esforzaba mucho por alcanzarlo. Un golpe de
mala suerte lo noqueó, su pierna derecha desapareció también tumbándolo en el
suelo; la velocidad de su carrera era tanta, que, al caer, dio vueltas en el
suelo lastimándose.
Carter quedó boca arriba, respirando con dificultad;
la nariz comenzaba a sangrarle y percibió como desaparecía su pierna restante. La
criatura se paró arriba de él con las piernas abiertas y lo miró con
indiferencia… ¿Esa debía de ser la mirada de los dioses cuando miran la
insignificante existencia de los humanos?
El cuerpo falso de Carter flotó en el aire. La
criatura inició una caminata por el pasillo y Carter la siguió, guiado por una
fuerza gravitaría difícil de explicar. Pasadas varias horas; Carter, desdichado
y moribundo, vio al compañero prisionero del otro lado del vidrio; le faltaba
un brazo, iba desapareciendo igual que él…
Por último, la criatura llegó a la puerta del otro
lado. Con el solo toque de su mano, el metálico pasadizo se abrió revelando una
oscuridad, incluso más absoluta que la habitación del otro lado. El alienígena
arrojó a Carter al vacío oscuro y cayó por varios minutos en una nada oscura,
hasta tropezar con otros cúmulos en el suelo. La caída fue liviana y pacífica,
pero seguía todo oscuro y aterrador.
Transcurridas otras horas, la vista de Carter se
adecuó a la oscuridad. Con el rostro, sentía el material donde cayó: era una
tela fina y delgada, batas blancas y trajes negros por montones; una montaña
gigantesca de ropa vacía sin dueños.
Aquí yacería la intrascendente vida de Carter, un
hombre avaricioso que, por conseguir las riquezas de la fama, a costa de los
demás, el maldito karma lo llevó a un destino peor que la muerte… ser
suplantado por una entidad superior en todos los ámbitos de la palabra.
La ropa tirada comprobaba una cosa, una teoría
descabellada que surcaba los últimos pensamientos lúcidos de Carter… la
invasión alienígena se llevaba a cabo desde hace mucho tiempo, solo que nadie
lo ha notado, era una invasión silenciosa y perfectamente calculada… Solo debía
esperar el final, y desvanecerse como todos los demás que una vez fueron
atrapados por el cubo metálico y vagaron por el pasillo cromado.
FIN
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