Hola mis Criaturas Literarias, yo soy Augusto Andra. Esta vez traigo un extraño cuento que se me ocurrió pensando tonterías mientras caminaba en la calle. Una historia de "terror" con toques de humor y mucho erotismo. Disfrútenlo en este mes del miedo.
Humor y Terror Erótico.
Sonó la campana del receso, cada
estudiante salía de las aulas para formar la cola y comprar sus desayunos en la
cantina; otros simplemente destapaban los envases con la comida que les habían
preparado sus padres.
En la Unidad Educativa Colegio
Nuestra Señora de los Dolores, se acostumbraba a fomentar la creatividad de sus
estudiantes. El característico receso matutino venía acompañado de otro
descanso, unas horas después, claro está.
El segundo receso consistía en
charlas motivacionales, precursoras del emprendimiento, la creatividad
artística y temas de conversación variados para que cada alumno estuviese
proactivo a cualquiera de las carreras universitarias que quisiesen cursar.
Pero el día de hoy era una común
mañana sin temas específicos; un grupo de chicos se aglomeró en el rincón del
salón a hablar de temas sexuales, las típicas conversaciones de la pubertad:
¿Qué película pornográfica vieron?, ¿Quién perdió la virginidad?, ¿Qué chica
estaba más buena?, entre otras preguntas.
―¿Han
escuchado hablar del ritual de la fantasma que te la chupa? ―preguntó
uno de los chicos con una sonrisa pícara y bromista.
―Claro,
a mí me visitó anoche ―contestó
uno y los demás rieron a carcajadas.
―Mi
tía trabaja en otro colegio y la escuché hablando con mi mamá del tema. Dos
chamos murieron por estar invocando a la mamadora. ―La
última palabra le quitó toda la seriedad.
―La
mamadora… ―dijo otro de
los chicos burlándose y se fomentó otra carcajada.
―Los
que se han muerto últimamente es por estar jugando ese juego de Internet donde
te dicen que hagas cosas raras… ¿Cómo se llamaba…? ―Este
chico trató de recordar el nombre.
―La
Ballena Azul ―le recordó
otro de ellos, un gordito simpático y gracioso.
―Eso
no es de la Ballena Azul, el ritual de la mamado… de la fantasma ―se
corrigió para parecer más serio―. Ese
ritual es real, un pana de mi edificio lo hizo y al siguiente día amaneció
muerto ―exclamó
Ronald, dejando todo en silencio.
Ronald no es de las personas que
suele mentir.
―Eso
es mentira, bro. ―Otro
de ellos cortó el silencio, se le notó la voz un poco asustada.
―Te
lo digo en serio, yo vi el cuerpo del pana cuando lo sacaron de su casa; lo
cubrieron con una sábana, pero toda la entrepierna la tenía cubierta de sangre,
demasiada sangre… ―señalaba
sus partes―. Creo
que esa fantasma si te la chupa, pero seguro que te la arranca de raíz cuando
termina lo suyo, ¿Entienden? ―argumentaba
con una pequeña gota de sudor que le recorrió la sien.
―Es
una súcubo. ―Se escuchó
una voz rasposa ajena al grupo de muchachos.
Todos voltearon para ver de quién se
trataba. Fausto Villamizar, conocido como el niño muerto, nadie socializaba con
él. Fausto había tenido un intento de suicidio, aparentemente exitoso, pero
cuando lo llevaron a la morgue, por alguna extraña razón desconocida, se
levantó de entre los muertos y su corazón volvió a latir. La noticia había
salido por todos los periódicos y medios de comunicación; desde entonces casi
nadie le dirigía la palabra. Lo más perturbador es que su color de piel nunca volvió
a la normalidad, parecía grisácea y sus ojos permanecían rojos, como si
estuviese muy cansado o bajo los efectos de alguna droga o alcohol.
―¿Cómo
dices? ―le preguntó
el gordito simpático.
―Una
súcubo… ¿No saben que es? ―preguntó
Fausto, todos enmudecieron, no había escuchado hablar a este chico en mucho
tiempo.
―¿Qué
coño es un súcubo? ―cuestionó
otro de ellos.
―Es
un demonio femenino, puedes invocarlo y te dará el mejor sexo de tu vida, el mejor
que hayas experimentado jamás… Pero cuando acabe, se drenará toda tu energía
vital y morirás instantáneamente ―relató
sin mucho afán, todavía tenía cara de muerto.
―Vale
la pena ―balbuceó otro
muchacho y todos rieron nerviosos.
―Entonces
invoca a la mamadora y vemos si vienes mañana sin cojones ―lo
retó uno de ellos, formando otra carcajada menos nerviosa.
―Yo
te puedo decir como invocarla, mi pana me contó cómo es el ritual ―agregó
Ronald y todos se acercaron más para escuchar.
―Dime
cómo hacerlo, quiero ver a esa fantasma ―decretó
el misterioso Fausto. Los demás chamos sucumbieron en silencio, aunque por
dentro se resguardaban una risa bufona.
Fausto arrastró uno de los pupitres
causando ruido con el hierro y el suelo, acomodó el asiento cerca de Ronald.
―Bien,
lo primero que tienes que tener es una tina, una bañera, ¿Entiendes?, ¿Tienes
una? ―preguntaba
Ronald tratando de desainar a Fausto.
El misterioso chico simplemente
asentía, los demás presentes sudaban frío.
―Bueno…
Luego, necesitas una vela blanca, de esas largas, también un preservativo, una
caja de fósforos y algo como una especie de tabla o plato que flote; ahí vas a
colocar la vela para que no se apague con el agua de la bañera. ―De
repente Ronald pausó la explicación. Los ojos de Fausto se tornaron de un rojo
vivo y punzante.
―Continua
―exclamó Fausto.
―Todo
el mundo sabe que los rituales se hacen a las 3:00 a.m. ―impugnó
otro chico, tratando de que Ronald continuara.
―Lo
sé, la hora del demonio… Continua ―suspiró
Fausto impaciente.
―Ok… ―Ronald tragó saliva―. Debes desnudarte, llenar la bañera hasta la
mitad, con agua muy caliente. ―El
sudor en la frente de Ronald aumentaba―. Con
una aguja debes de abrirle un pequeño agujero al condón, de manera que la mecha
de la vela pueda pasar a través del hueco ―continuaba
sin pausar.
―No
me jodas, ¿Tienes que cubrir la vela con el condón? ―interrumpió
uno de los chicos.
―Es
una representación fálica ―explicó
Fausto.
―Si,
eso mismo… ―aseguró
Ronald, como si en verdad él hubiese interpretado ese significado―.
Luego entras en la bañera, colocas la vela encima
de la tablita o el plato, debe de estar entre tus piernas ―dijo
señalando su miembro―. Por
último, enciendes la vela con los fósforos, tiene que ser un fósforo, no sirve
si lo haces con un encendedor ―puntualizaba
esa parte.
―¿Cómo
demonios sabes eso, sí todos los demás han muerto? ―interrumpió
nuevamente el otro chico.
―¿Puedes
callarte? ―objetó
Fausto.
―Creo
que está demás decir que antes que todo, tienes que apagar todas las luces y
estar completamente solo en el baño… y claro, con una erección ―agregó
esos detalles antes de continuar.
―Eso
es algo obvio… ―se
quejó el chico misterioso.
―Ok…
Una vez dentro de la bañera, enciendes la mecha de la vela y pronuncias tres
veces el nombre de la chica… Su nombre es Anafer ―concluyó
la explicación.
―¿Es
en serio?― volvió a
interrumpir el otro chamo―. ¿Decir
su nombre tres veces? Es igual a los otros rituales como el de Bloody Mary, eso
es mentira ―impugnaba
decepcionado.
―Cuidado
también aparece Beetlejuice ―dijo
el gordito chistoso, formando otra carcajada que aniquiló el nerviosismo del
grupo.
Fausto se levantó del pupitre sin
dejar de ver a Ronald a los ojos. Por un pequeño instante Ronald creyó que
Fausto estaba muerto, su mirada era vacía y sin alma.
―Gracias,
Ronald ―dijo Fausto, oculto
entre las risas de los demás―. Esta
noche recibiré una incorpórea felación ―hablo
entre susurros.
―Vas
a morir, amigo ―lamentó
sosteniéndole la muñeca a Fausto.
Al voltear, este lo observó con los
ojos bien abiertos, su esclerótica muy amarillenta con venas latentes le
paralizó los sentidos a Ronald.
―Yo
ya estoy muerto. ―Y
se alejó fuera del grupo.
Esa misma noche, las intenciones de
Fausto comenzaban a maquinarse. Iniciaba los preparativos a la hora pactada.
En su casa no había una tina, por esa
misma razón decidió buscar un apartamento en su edificio que contara con tal recipiente
de porcelana.
Luego de encontrar el baño adecuado
y todos los utensilios necesarios, se despojó de su vestimenta aguardando el
momento.
Llenó la tina con agua hirviendo, el
humo del vapor empañaba el espejo y humedecía las paredes. Fausto sentía el
calor encima de su grisácea piel, el sudor brotaba de su epidermis.
Era un poco más de las 2:30 a.m.,
Fausto respiraba profundo y ansioso. Tomó un pequeño plato de madera y lo colocó
encima del retrete, con un fósforo derritió la parte inferior de la vela para
pegarla en el plato, esperó unos segundos para que se solidificara la cera. Con
una aguja abrió el pequeño agujero en el preservativo, y con mucho cuidado
atravesó la mecha de la vela por el huequito, cubriendo completamente con el
poliuretano el largo elemento de cera.
Posterior a eso, entró a la bañera
con el agua ahora un tanto caliente, se sentó con las piernas abiertas y las
rodillas elevadas; colocó suavemente el plato con la vela cubierta con el profiláctico
e inició la espera… Observó un reloj que había colocado anteriormente sobre la
pared, eran las 2:56 a.m.
En su corta pero exasperante espera,
dedicó unos segundos a aspirar un hedor fétido que emanaba del apartamento…
Aquel espantoso aroma lo excitó y la erección de su miembro no tardó en
pronunciarse.
A las 3:00 a.m. en punto, encendió
la vela con un fósforo, el calor de la misma apagaba las paredes del
preservativo a la cera y con aquella tenue luz en medio de la oscuridad, la
menuda visión interpretaba aquel objeto como una representación perfecta de un
miembro masculino.
―Anafer
―dijo una vez―.
Anafer… ―pronunció
la segunda vez un tanto escéptico―. ¡Anafer!
―gritó con un brío
suculento y morboso.
No ocurrió nada, la respiración de
Fausto movía suavemente la llamarada de la vela, que iba consumiéndose hasta
llegar a la capa del poliuretano.
Comenzó a oler a plástico quemado,
unas coletas de humo negro se formaban encima de la pequeña llamita. De
repente, como si fuese un incendio forestal, la vela entera se prendió en
fuego; la candela casi le quema las cejas a Fausto, pero él ni se inmutó.
Algo jaló el plato con la llama en
el agua y la oscuridad se volvió absoluta. Fausto supo inmediatamente que el
ritual había funcionado perfectamente, no por la llama inesperada, sino porque
se percató que el plato con la vela había desaparecido completamente bajo el
agua.
Sintió que algo serpenteaba en el
agua, escuchaba el movimiento acuoso de una pasiva onda. Una presencia se
manifestaba, a pesar de estar a oscuras, creyó ver como una maraña de cabellera
mojada se materializaba justo en frente de su miembro viril.
El sonido emergente del agua sonó
con fuerza, distinguía enteramente a una mujer frente a él. La respiración de
Anafer le sobó la nariz y la cabellera larga le rozó las rodillas que tenía
levantadas.
Una emoción sádica se apoderó de
Fausto, su miembro iba a estallar. Aquella presencia fantasmal bajó la cabeza
delicadamente para empotrarse el enorme miembro en la boca.
Fausto sintió las fauces fantasmales
y húmedas cubriendo su entrepierna. Los labios eran perfectamente gruesos para
la labor sexual, se acoplaban al tamaño y las venas del paquete. Su lengua era
hábil en sus movimientos, sobaba, jugaba y humedecía cada centímetro. Y sus
dientes no molestaban para nada, sin embargo, ofrecía pequeñas mordidas
excitantes para aumentar el calor.
A pesar de vivir un éxtasis tan
osadamente morboso, Fausto seguía sin inmutarse, simplemente disfrutaba de la
felación sobrenatural.
La chica era una experta en el acto
oral y Fausto era inagotable, casi una pareja perfecta, ambos disfrutaban de la
sexual invocación.
Anafer seguía succionando, Fausto era
un chico potente. El acto se extendía más de lo que Anafer estaba acostumbrada
a ofrecer, o eso pensaba Fausto.
¿Podría esta aparición cansarse?
Fasto se mofaba de ella. ¿En qué punto del acto Anafer decidiría arrancarle el
miembro para culminar su cometido?
Se acercaba la hora, pero Fausto no
tenía intenciones de acabar, literalmente. De improviso, sintió colmillos
alrededor de su hombría.
La visión de Fausto ya se había
acostumbrado a la oscuridad del cuarto, podía ver a Anafer con todo su miembro
en la boca y los ojos azules de la chica lo miraron con una malicia exquisita.
Ella se preparaba para culminar todo.
Pero cuando los dientes de aquella
espectro intentaron arrancar de raíz el falo de Fausto, una misteriosa fuerza
sobrenatural se lo impidió.
Un gemido ahogado le causó una arcada
a Anafer y tampoco pudo sacar el miembro de su boca. Fausto inició una pasiva y
maligna risita.
Anafer no entendía qué pasaba… Nunca
había ocurrido algo semejante, agradecía haber tenido la satisfacción de
saborear un genital tan perfecto… Pero esto que ocurría era simplemente
ridículo.
―Todavía
no acabo, Anafer ―habló
Fausto, sostuvo a la chica por el cabello y movió su cabeza de arriba a abajo
para continuar la felación.
El sudor frío invadió a la chica, a
pesar de ser una experta en el sexo oral, sentía que el largo y grueso miembro
comenzaba a ahogarla. Las lágrimas de un llanto se asomaron irremediablemente,
al percatarse que todo su cuerpo también estaba inmóvil.
―Tu
jueguito oral me gusta mucho, vamos a culminar este interludio, sigo ansioso
por más ―pronunció el
misterioso chico.
Anafer se atrevió a abrir los ojos y
subir la mirada, hasta ahora, no había detallado el rostro de su invocador.
Pero la piel de este chico había cambiado, ya no era esa piel grisácea y
moteada, ahora un rojo escarlata y lizo acentuaba su forma. También tenía dientes
acolmillados, una sonrisa de inframundo con unos ojos amarillos penetrantes y
escalofriantes.
Lo que más le aterró fueron aquellos
enormes cuernos que emergían de su frente, y la enorme musculatura que
equiparaba al miembro que ella tenía en la boca.
El llanto de Anafer acrecentó,
¿Quién la había invocado?
―No
soy humano. ―Aquel monstro
respondió a los pensamientos de Anafer―. Este
chico era solo un recipiente, él murió hace mucho tiempo. ―Y
rió a carcajadas.
El miembro entraba y salía de la
boca de Anafer rompiéndole las cuerdas vocales y la garganta.
―El
imbécil se suicidó y aproveché su cuerpo para entrar a este plano desde el
lugar donde tú te escapaste, querida Anafer ―comenzó
a explicar―. Muchos
demonios hacemos eso, atravesamos el plano para seguir jodiendo a los vivos.
¿Sabes que es un íncubo? Por supuesto que lo sabes, tú estás haciendo el papel
de una súcubo, un excelente papel, debo reconocer, pero no eres digna de ser
llamada súcubo. ―Sostuvo
a Anafer jalándola hacia arriba por el cabello.
En ese mismo momento, un torrente
enorme de esperma demoniaco surgió del glande de la bestia. Anafer casi desfalleció,
le cubrió toda la garganta, hasta inclusive surcó semen de la nariz como mocos.
El demonio retiró el miembro todavía
erecto y Anafer comenzó a vomitar.
―Cuando
escuché de ti me interesé desesperadamente, sabía que podía encontrar una
compañera sexual apta para mi lujuria. ―Cuando
pronunció esas palabras sostuvo a la chica por el cuello y la recostó a la
pared―. Las
humanas no aguantan una noche conmigo… ¿Pero una presencia fantasmal? Nunca
había probado eso; en el infierno son muy estrictos y no nos dejan fornicar con
ustedes. Allá abajo a los sádicos como tú los despojan de su sexualidad ―se
lamentaba.
La larga lengua del demonio lamía el
rostro de la chica y se metía en su boca jugando con la lengua de ella. Luego
bajó por el cuello y con sus fuertes garras destrozó el camisón blanco que
llevaba puesto.
―Tuve
que asesinar a la familia de este apartamento para poder hacer el ritual. Si
pretendo continuar como Fausto debo de huir, pero vale la pena, después que
clave mi semilla en ti, podré invocarte las veces que me dé la gana ―comenzó
a reír estruendosamente.
Con un movimiento brusco volteó a
Anafer estrujándola contra la pared, levantó su trasero y sin mucho esfuerzo
penetró a la espectro con fuerza.
El sonido de la pelvis chocando con
las nalgas excitaba exageradamente al demonio y a partir de ese momento se
sintió realizado, había conseguido una esclava sexual que le duraría toda una
eternidad.
FIN
oh toda una eternidad de sexualidad mas nada XD
ResponderBorrarese es el castigo.
BorrarHola Augusto fuiste nominada en ¡LIEBSTER AWARD! 2017 https://elbitacoras.blogspot.com.es/2017/10/liebster-award-2017.html :D
ResponderBorrarHola Augusto,
ResponderBorrarLa literatura erótica no es un género que me apasione pero he querido leer tu cuento por ser tu pero lo he encontrado un poco bestía. ��
Hola Eva, es un cuento que escribí solo para molestar un rato, no es de mis mejores cuentos y tampoco tiene una historia elaborada jaja
BorrarMe gustan mucho tus cuentos.
ResponderBorrarTengo un pequeño canal, ojalá me permitas narrar alguno de ellos, son geniales. Saludos!
ResponderBorrarHola, criatura! Por supuesto, no hay problema, sería estupendo. Dime cuando lo hagas para compartirlo. Saludos!
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