miércoles, 14 de septiembre de 2016

El Pasillo Cromado [Cuento]


Hola mis Criaturas Literarias, soy JaaB, esta vez les traigo una entrega de ciencia ficción. 
La desesperación de estar atrapado en un lugar claustrofobico y sin salida, donde únicamente sabes que llegaste ahí por merito propio y eso es lo que más te atormenta.

Ciencia Ficción.

Finalmente lo había conseguido, después de años de investigaciones en cuevas y excavaciones en todo el mundo. Carter pudo ver una luz plateada entre la pared rocosa, en una catacumba oculta en el Amazonas. Cuando vislumbró aquella lucecita en la pared, producto del reflejo de la luz, se emocionó como un niño en Navidad. Pero Carter era celoso, a pesar de ser la cabecilla de la exploración arqueológica que se llevaba a cabo; quería ser él, quien descubriese el hallazgo definitivo, por lo tanto, guardó silenció… Luego en la madrugada, salió de su tienda de acampar, adentrándose a la oscura catacumba de procedencias extrañas.

Equipado solo con una pequeña linterna, un cincel, un martillo y una diminuta brocha para limpiar, caminó por las tumbas dentro de la cueva, penetrando paso a paso hasta las profundidades de lo desconocido. Cuando halló el final de la catacumba, bifurcó en un agujero en la pared, un hueco casi en picada hacia una oscuridad más compleja y absoluta. Ya no era una catacumba, solo paredes de rocas en una cueva inexplorada, con el suelo mojado y carente de sonido. Pero Carter no tenía miedo, estaba ante el descubrimiento más grande de la humanidad. Miles de personas habían muerto y desaparecido en otras expediciones, solo para conseguir pistas que lo llevaran a este sitio, y finalmente el ambicioso arqueólogo encontró el destello al final de un túnel; el mismo que había visto cuando entró por primera vez a esa zona de la cueva, hace muchas horas en la mañana.  

Desde hace muchísimas décadas, el hombre siempre se preguntó si la humanidad se encontraba sola en el universo. Gradualmente los avistamientos de objetos voladores no identificados, indicaban la presencia de tecnologías superiores y presencias de otros planetas y universos. Pero no fue hasta en la década de los cincuentas que se encontró el primer hallazgo en ruinas Mayas. Luego los investigadores arqueológicos comenzaron a atar cabos sueltos en la historia, y unían aspectos extraños en civilizaciones antiguas alrededor de todo el globo terráqueo. Aquellos seres de otros mundos distantes nos visitaban desde tiempos inmemorables; por lo tanto, surgían preguntas que pronto serían respondidas con el hallazgo de Carter… ¿Los extraterrestres tuvieron un contacto directo con la antigua humanidad?, ¿Fueron venerados como dioses?, ¿Ayudaron a edificar monumentos y estructuras imposibles para los hombres?

A medida que el tiempo transcurría, la comunidad arqueológica descubría más conexiones entre cada aspecto cósmico. Poco a poco, revelaban verdades que llevarían a la humanidad a acercarse verdaderamente a un contacto alienígena real; y no absurdas suposiciones amarillistas, como falsos avistamientos de ovnis o encuentros maltrechos como en Roswell.

Carter era el encargado de la exploración para encontrar el último vínculo de la civilización humana y la extraterrestre. Tras años de investigación, todas las culturas apuntaban a un mismo sitio…, por las enigmáticas catacumbas donde se encontraban, junto a extraños jeroglíficos misteriosos. La exploración arqueológica estaba completamente segura de que, habían llegado a donde años atrás, los antiguos exploradores predijeron que se encontraba la última pieza del rompecabezas.

Las pistas lo llevaron a un lugar oscuro y peligroso en el Amazonas. Profundidades parapléjicas con suelos dificultosos de acceder, pero las pistas eran fidedignas y reales. Miembros del equipo encontraron piezas de diferentes formas, hechas de un material metálico y plateado de procedencias inexplicables. Más pronto que nunca, el brillo en la cueva que nadie percibió, captó la atención de Carter. Se llevaría el crédito de toda la exploración, como un sucio ambicioso.

Carter se acercó a la pared con el brillo de plata. Sacó el pequeño cincel con el martillo y rompió la roca. liberando de a poco un insólito objeto cúbico. Usando guantes protectores, Carter tomó el cubo plateado entre sus dedos. Una pequeña pieza cuadrada de unos 3 centímetros, sin duda alguna, la sola presencia de ese objeto, revelaba la existencia sobrenatural fuera del planeta Tierra. Tan solo verlo, liberaba una energía cósmica en la cabeza de Carter, como si en un parpadeo, pudiese viajar a través de la galaxia hacia mundos desconocidos, nunca vistos por el hombre.

El cubo de plata estaba compuesto por varias barras rectangulares, pegadas, igual que imanes. Al tocarlas, Carter pudo sentir que, con la suficiente fuerza, podría separar todas las barras para desarmar el cubo, pero por el momento, no lo hizo, y giró el cubo en varias direcciones para observar todo su esplendor. Tomando una lupa, observó los detalles metálicos de plata en el cubo, era de esperase que el objeto componía el mismo estilo de materiales extraños encontrados cerca de la cueva; además de llevar unas inscripciones diminutas, escritas a lo largo de las barras. Los mismos símbolos que pudieron lograr ver al comienzo de la catacumba.

Carter esbozaba una sonrisa ambiciosa. Se imaginaba ganando premios gracias al descubrimiento. Por breves segundos, no pensó realmente en el contacto alienígena real, sino más bien, en la fama que llevaría el objeto a su vida. Comenzó a reírse como un demente idiota. Después de una pausa alegre, se quitó los guantes para tocar el cubo con su propia piel. Lo tanteó sintiéndolo frío y húmedo. La superficie era lisa, a excepción de las marcas con inscripciones.

Con el dedo índice y pulgar de la mano derecha, sostuvo con fuerza una barra metálica encima del cubo. Comenzó a retirarla forzosamente, como si se trataran de dos fuertes magnetos pegados entre sí. Cuando finalmente pudo quitar la barrita plateada, una luz cegadora surgió del interior del cubo, iluminando por completo la cueva. Una gigantesca linterna blanca que, resplandecía de una fuente de energía diminuta, como lo era el cubo.

La luz blanca cegó a Carter de lleno. El resplandor aniquiló la visión en todo el lugar volviéndolo una «nada» blanca. Carter no soportó la intensidad de la luz, y como un reflejo humano, su cabeza no aguantó más y se desmayó.

La jaqueca iba menguándose, la visión en sus ojos se adecuaba al entorno, los pestañeos iban agudizando la vista y enfocando la mira. Carter comenzaba a despertarse de su letargo: se frotó los ojos, se palpó la cara con las palmas para desperezarse. Cuando miró su ropa, notó que no era la misma que llevaba puesta antes del desmayo. Ahora llevaba una especie de bata blanca hasta las rodillas; debajo del manto, un traje gris oscuro ceñido al cuerpo, parecido a los trajes de neopreno de los buzos. No tenía zapatos, ni guantes, el traje gris cubría todo su cuerpo, a excepción de los pies y las manos. Carter, sorprendido, se llevó las manos a la cabeza, y un sudor frío le recorrió la nuca cuando se dio cuenta que su cabello había desaparecido. Una calvicie totalmente limpia, adornaba la cima de su cabeza. Se asustó levantándose del suelo inmediatamente. De pronto, se dio cuenta que tampoco tenía cejas, ni algún vestigio de cabellera en todo su cuerpo, como si nunca le hubiese crecido en su vida.

Pero no fue hasta que Carter logró calmarse de su deficiencia de pelaje que, finalmente percibió que no se encontraba en la cueva… El lugar era oscuro, sin duda alguna, pero las paredes resplandecían con un brillo metálico opaco y cristalino. Carter se acercó a la pared y sobó la superficie, la textura era lisa y fría, le dio escalofríos… Giró la mirada en todas direcciones, para divisar la amplitud del sitio. Se encontró en un pasillo largo que, se perdía en la oscuridad por ambos senderos de los corredores.

El pasillo contaba con un espacio muy reducido. Casi dos metros de ancho, calculaba Carter. Caminó hacia la otra pared y se tropezó con un vidrio en medio; otra pared transparente bloqueaba el acceso al otro lado. Carter se frotó la nariz disminuyendo el dolor del impacto. Visualizó con atención la nueva pared, no era un vidrio, era un espejo: podía ver su reflejo oscuro y borroso por la falta de luz; eso quería decir que el pasillo era mucho más pequeño de lo que imaginó, quizá menos de un metro de ancho.

Una luz se encendió al fondo del corredor hacia su izquierda. Carter volteó la mirada ignorando al espejo. Una serie de luces comenzaban a encenderse progresivamente en el techo del pasillo, hasta llegar a Carter. Pero una puerta al final del túnel le llamó la atención. Corrió con toda su velocidad hacia esa dirección, y en tanto corría, detallaba la textura iluminada del pasillo: un metal muy claro y cromado, brillante y casi cegador, igual que las piezas encontradas en la exploración, y el cubo que encontró en la cueva. Era un pasillo totalmente cromado.

Las luces en el techo eran fuentes de iluminación radiantes, no eran focos de luz normales como bombillas o neones. A simple vista, parecían esferas de luz blancas, colocadas en el techo, y protegidas por una lámina transparente de vidrio grueso. 

A Carter no le importó mucho la luz, quería salir de ese sitio y aquella puerta grisácea en el fondo, era su única salida. En cuanto corría y se acercaba a la salida, Carter observó que el espejo terminaba a unos metros antes de la puerta. Luego de culminar la refracción, una pared del mismo material cromado se ajustaba a la puerta.

Al llegar, Carter golpeó la puerta con las manos, trató de buscar una hendidura, cerradura o alguna especie de picaporte, pero la puerta metálica gris era inaccesible. Le recordaba esas puertas gigantes de seguridad muy rústicas, esas parecidas a las que usan en los refrigeradores en las carnicerías.

Gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ayuda, golpeaba la puerta con los puños y con patadas. El sonido era casi nulo en el pasillo, y supo verdaderamente que era un prisionero. Preso por alguna fuerza extraterrestre, proveniente de la misma fuente que aquel cubo misterioso.

Estuvo a punto de llorar. Entonces giró hacía la otra parte del pasillo, un infinito corredor que se perdía en el horizonte. A lo lejos, las luces seguían encendiéndose de a poco, quizá del otro lado podría encontrar algo…

No quiso correr por los momentos, Carter nunca fue muy bueno en aptitudes físicas, el último trote lo cansó. Caminó alejándose de la puerta, le echó un vistazo por última vez. Se encogió de hombros con otro susto aterrador, cuando se percató que en realidad la segunda pared no era un espejo, verdaderamente se trataba de un vidrio como el que protegía las luces en el techo… entonces… ¿Ese reflejo que había visto del otro lado no era él? había otra persona del otro lado del vidrio…

Intentó recordar si el supuesto reflejo corrió junto a él cuando vio la puerta, pero no le prestó atención en ese momento, su necesidad de escapatoria lo mitigó de esa presencia. Carter golpeó la pared de cristal intentando algo, pero era tan fuerte como un vidrio blindado.

Se recostó a la pared pegando su rostro, para observar el otro lado del pasillo. Caminó de vuelta a la puerta, pegado a la pared, tratando de visualizar el extremo opuesto de la puerta. Desde la distancia observaba un cúmulo, una persona agachada en la esquina de la segunda puerta, del otro lado del pasillo cromado. Efectivamente había otra persona ahí con él.

Gritó tratando de llamar la atención de la otra persona, esta volteó y se levantó del suelo. Recorrió con calma por el pasillo, hasta llegar a Carter; que le hablaba, preguntándole cosas, pero se calló de lleno, al observar el rostro de su acompañante… tenía las mismas características que Carter poseía en ese momento: una calvicie pulida, un humano carente de cabello; vestido del mismo modo, con aquel traje gris y la bata blanca hasta las rodillas. Carter respiraba con fuerza, nervioso y perturbado, esa persona era aterradora: su rostro era completamente unisex y las cuencas de sus ojos estaban vacías, una luz blanca emergía desde los agujeros donde una vez hubo ojos; eran fuertes luces blancas, iguales a las que iluminaban el pasillo.

La persona trataba de hablar, pegaba una mano al cristal tratando de comunicarse con Carter. Pero el sonido era inexistente, probablemente la pared no permitía el paso de ondas sonoras. La otra persona se enfureció y abrió la boca con un grito aterrador a pesar de no haberlo escuchado. Una luz incandescente surgió de la boca de la persona, iluminando todo como un faro en la madrugada. Carter detalló la boca carente de dientes y con el mismo susto, comenzó a correr desesperado al otro lado del pasillo, perdiendo de vista a su compañero…

Carter volvió a cansarse y se tiró al suelo respirando con dificultad… ¿Qué clase de persona era esa? se trataba de un alienígena… ¿La mente maestra detrás de su secuestro? No… no podía ser eso, a pesar de haberlo visto unos cuantos segundos, esa persona se encontraba en las mismas condiciones que él: alguien desesperado por salir y ser ayudado. Incluso estaba vestido igual y no tenía cabello… De repente, los latidos de Carter se aceleraron de golpe, había cosas en aquella persona que lo igualaban a él… Carter con mano temblorosa, tocó su rostro y sintió sus facciones características diferentes: su mentón era distinto, su nariz más perfilada. Su dedo se aproximó hacia su ojo derecho y descubrió una cuenca vacía, donde cabía casi su dedo entero. Inmediatamente movió su lengua en la boca y descubrió que no tenía dientes… Él era exactamente igual que la persona del otro lado… ¿Qué demonios le habían hecho…?

La sorpresa devastadora fue tan abrupta, agonizante y aterradora que le provocó otro desmayo a Carter.

Al despertar, Carter sintió que había transcurrido casi un día entero estando inconsciente. Le dolía el hombro derecho, se levantó con dificultad, su cuerpo pesaba como plomo, lo cual era extraño, ya que algo faltaba en su sistema. El dolor en su hombro no era más que la ausencia de un miembro importante de su cuerpo. Se levantó aterrorizado pegando gritos como un demente, su brazo derecho había desaparecido por completo. Con su otra mano, se tocaba el abandono a su derecha…

Era sumamente extraño y desconcertante, su extremidad no había sido arrancada, apuntada o desmembrada. Simplemente no estaba, como si nunca hubiese tenido un brazo. ¿Podría ser que algo le desprendió el brazo mientras dormía con alguna tecnología alienígena desconocida?

De repente, sintió una mirada. La otra persona del otro pasillo, lo observaba gritando y golpeando el vidrio con sus brazos; las manos y nudillos se le ensangrentaban de tantos golpes que propinaba a la pared translucida. Carter inició sus respiraciones nerviosas, el sujeto del otro lado también se encontraba en una situación precaria, incluso peor que la de él… El otro no tenía piernas, se arrastraba en un intento inútil de escapar de lo inevitable y tratar de comunicarse con Carter.

El pobre de Carter entró en pánico y echó a correr, decidió abandonar a su único compañero y desaparecer al fondo del pasillo infinito. Por varias horas corrió y corrió, por alguna razón no se sentía cansado, probablemente el golpe de adrenalina lo impulsó a la demencia de correr sin sentido alguno. A esas alturas era imposible que la persona del otro lado pudiese alcanzarlo a rastras.

Quizá pasó otro día entre tanto descansaba y seguía corriendo. No podía calcular cuántos kilómetros recorrió; pero algo cambiaba en el pasillo: las luces estaban más opacas, al fondo, la oscuridad, se percibía más negra y abundante… ¿Podría estar llegando al final? No le importaba si fuese oscuro, todavía vislumbraban algunos vestigios de luz, aunque poco a poco se oscurecía más y más.

Cuando finalmente se adentró a lo más profundo de la oscuridad, destelló un brillo azulado. Carter no tenía visión alguna, su cuerpo era guiado por el brillo al final del pasillo. Distinguió en la oscuridad una puerta negra ovalada, no se parecía en nada a la puerta del otro lado. Estaba abierta, casi tropieza al chocar con el borde de la puerta en el suelo y con mucho cuidado entró a la habitación…

Del otro lado, las luces azuladas brillaban como estrellas. La oscuridad y el brillo adornaban todo, como si estuviese caminando en el espacio exterior. Una especie de silla parecida a un trono, se posaba en medio. Carter la rodeó, tratando de respirar con menos fuerza, y cuando por fin pudo darle la vuelta… ¡Lo vio!

Un ser de otro universo estaba sentado en el trono espacial. Un humanoide de piel negra muy oscura y brillante; la piel parecía escamosa, pero cada vez que volvía a verlo los destellos de las luces en su piel, cambiaban el patrón de sus escamas.

Aunque no podía creerlo, finalmente estaba ante la verdad de todas las investigaciones de la raza humana… un genuino ser de otro universo. Aquella criatura estaba desnuda en su trono, no pudo distinguir su sexualidad. Aparentemente una especie de casco del mismo material que el trono, cubría su cabeza. Ese era el motivo por el cual, la criatura no captaba su cobarde presencia.

Varias esferas de luz comenzaron a juntarse frente a la criatura. La luz formó un rectángulo brillante, luego el resplandor disminuyó, revelando una pantalla. Una especie de ventana o más bien monitor. Esto comprobaba una cosa, probablemente estaba dentro de una nave extraterrestre.

La imagen del monitor se enfocó, era una cueva oscura marrón y amplia, las rocas se veían enormes. Carter logró ver una hormiga gigantesca caminando entre la arena del suelo. La criatura movió la mano girando la cámara del monitor; si Carter hubiese tenido pelo, el cabello de la nuca se le hubiese erizado con lo que vio. Su cuerpo estaba ahí, tirado en el suelo; un colosal Carter inconsciente, ensuciado con la arena. ¿Qué clase de broma es esta?, ¿Él no era Carter?

El ser de piel negra levantó el otro brazo pronunciando unas palabras, su habla constaba de sonidos con la garganta, aguados y asquerosos. El cuerpo de Carter se levantó, se limpió la arena de la ropa y se acercó a la cámara. Los enormes dedos tocaron la superficie de la pantalla. Entonces fue cuando Carter entendió donde se encontraba, estaba dentro del cubo metálico; esa luz debió absorber su conciencia, atrapándolo en ese cuerpo andrógeno que llevaba puesto… ¿Qué tan avanzada era la tecnología alienígena que puede manipular la conciencia, la materia y la lógica?

Pero entonces eso quería decir que algo o alguien estaba dentro de su cuerpo original. El Carter fuera del cubo terminó por ajustar algo fuera del cubo, seguramente las piezas que él había movido cuando lo removió de la pared. El usurpador miró directamente a la pantalla y Carter captó que sus ojos eran completamente negros y líquidos. Comprobó que otra criatura, como la que estaba sentada en el trono, se había apoderado de su cuerpo.

Repentinamente, los compañeros de exploración entran en la cueva buscando a Carter. Con un pestañeo rápido, el usurpador cambia sus ojos negros a los originales ojos color café de Carter, y guarda el cubo en su bolsillo opacando la pantalla.

Carter logra escuchar su propia voz hablando normalmente con sus compañeros, le temblaba la quijada del miedo y el horror. ¿Qué le esperaba ahora a él?, ¿Qué planes tienen estos alienígenas?, o peor aún… ¿Cuántas veces estas criaturas habrán hecho esto anteriormente en otras civilizaciones humanas?

Líderes mundiales pudieron ser usurpados por identidades extraterrestres, y estamos siendo reinados por mentes superiores; jugando con nosotros como una colmena de hormigas estúpidas.

Carter se enfrascó tanto en sus pensamientos y no se percató que la criatura se había levantado del asiento. Se quitó el casco y caminó ligeramente hacia su dirección. Se enfrentó a la cara furiosa del enemigo, una cara humana demasiado perfecta para ser vista directamente: de rasgos finos y pulcros, ojos oscuros como un manantial negro, una boca humana con lengua y dientes; el labio superior grueso y delicado. No tenía orejas, ni cabello; su cabeza se aplanaba un poco en la parte superior, cayendo hacia detrás como una especie de cuerno.

La mirada sorpresiva de la criatura lo aletargó, pero luego el ceño fruncido proveniente de una mente superior en todos los ámbitos, lo tumbó al suelo con una parálisis horrenda en todas sus extremidades.

El ser superior gritó desapareciendo la oscuridad de la habitación, como si hubiese apagado una función de la nave. La habitación era exactamente igual que el pasillo, hecha de un metal cromado muy fuerte y brillante. El resplandor metálico resaltaba las facciones y piel del alienígena. Estaba furioso e iracundo, quizá nunca pensó que un humano podría llegar a su habitación, o se enfureció por cometer la torpeza de dejar la puerta abierta.   

La criatura levantó la mano señalando a Carter. Vio que tenía cinco dedos, espeluznantemente humano; y como si un borrador mágico se tratase, el brazo izquierdo de Carter desapareció. No sintió dolor, pero una angustia indescriptible le recorrió toda la médula. Con su último aliento, se paró del suelo y atravesó la puerta de vuelta al pasillo.

Inició un trote cansado, pero fue acelerando, pisando con todas sus fuerzas para lograr huir de la criatura. No se atrevió voltear la mirada por miedo a sentirlo cerca, pero sabía que la criatura lo perseguía. Lo peor era que podía sentir que no se esforzaba mucho por alcanzarlo. Un golpe de mala suerte lo noqueó, su pierna derecha desapareció también tumbándolo en el suelo; la velocidad de su carrera era tanta, que, al caer, dio vueltas en el suelo lastimándose.

Carter quedó boca arriba, respirando con dificultad; la nariz comenzaba a sangrarle y percibió como desaparecía su pierna restante. La criatura se paró arriba de él con las piernas abiertas y lo miró con indiferencia… ¿Esa debía de ser la mirada de los dioses cuando miran la insignificante existencia de los humanos?

El cuerpo falso de Carter flotó en el aire. La criatura inició una caminata por el pasillo y Carter la siguió, guiado por una fuerza gravitaría difícil de explicar. Pasadas varias horas; Carter, desdichado y moribundo, vio al compañero prisionero del otro lado del vidrio; le faltaba un brazo, iba desapareciendo igual que él…

Por último, la criatura llegó a la puerta del otro lado. Con el solo toque de su mano, el metálico pasadizo se abrió revelando una oscuridad, incluso más absoluta que la habitación del otro lado. El alienígena arrojó a Carter al vacío oscuro y cayó por varios minutos en una nada oscura, hasta tropezar con otros cúmulos en el suelo. La caída fue liviana y pacífica, pero seguía todo oscuro y aterrador.

Transcurridas otras horas, la vista de Carter se adecuó a la oscuridad. Con el rostro, sentía el material donde cayó: era una tela fina y delgada, batas blancas y trajes negros por montones; una montaña gigantesca de ropa vacía sin dueños.

Aquí yacería la intrascendente vida de Carter, un hombre avaricioso que, por conseguir las riquezas de la fama, a costa de los demás, el maldito karma lo llevó a un destino peor que la muerte… ser suplantado por una entidad superior en todos los ámbitos de la palabra.

La ropa tirada comprobaba una cosa, una teoría descabellada que surcaba los últimos pensamientos lúcidos de Carter… la invasión alienígena se llevaba a cabo desde hace mucho tiempo, solo que nadie lo ha notado, era una invasión silenciosa y perfectamente calculada… Solo debía esperar el final, y desvanecerse como todos los demás que una vez fueron atrapados por el cubo metálico y vagaron por el pasillo cromado. 
FIN
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[El diseño del Cubo en 3D va de la mano de mi amigo José Puche]
(Quedó extremadamente genial con los símbolos que yo dibujé)

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