miércoles, 15 de febrero de 2017

Viscoso Azabache - Capítulo 01 [Novela]


Hola mis Criaturas Literarias, yo soy JaaB y en esta ocasión quiero compartir en las oscuras páginas de mi Blog, el primer capítulo de mi primera novela publicada,
la sensual y terrorífica Viscoso Azabache, una novela de suspenso, terror erótico.

Suspenso, Terror Erótico.

MUJER DE NEGRO Y PLATA


Ya la tenía en la mira cuando entró al salón de fiestas. Dimitri era audaz, le encantaban los retos y siempre que veía a una chica en algún lugar, se lanzaba a abordarla sin pensarlo. No tenía preferencias en estilo de mujeres, pero si siempre el mismo estereotipo; le encantaban altas y delgadas. Todas eran parte de su diversión, su hobby fue siempre la seducción, acompañado de romance, deseo y lujuria. Fue un hombre sin límites, dispuesto a usar cualquier artimaña para conquistar su objetivo; morenas desde la piel más oscura hasta la más clara y canela, rubias de cabellera casi blanca hasta cabello amarillo o castaño, pelirrojas y de cabello negro que eran sus preferidas; le hechizaban las mujeres de peinados exóticos, en rulos u ondas, lisos y largos, con pollinas y coletas, incluso aquellas que osaban con pintarse sus hebras de colores fluorescentes y locos, pero había algo que le encantaba, una mujer de pelo corto.

  ¡Oh! Mis disculpas mi querido lector, la emoción que me produjo este hombre siempre me causa los mismos problemas, incluso olvido lo que hago para hablar de él y alabarlo, fue un hombre espléndido del que me enamoré, inclusive… mis disculpas lo volví a hacer, permíteme presentarme… por ahora me conocerás como: «Tu Humilde Narrador».

                Continuemos con la historia. Dimitri era un joven alto de 29 años; piel blanca, cabello negro y con una tenue sombra de barba, mirada penetrante como la de un tigre y ojos color miel como los de un águila que caza, y como le gustaba cazar al señor de apellido Damasco. ¡Así es! como la hermosa ciudad de Siria, la exquisita fruta dulce o el eterno acero damasquino. Siempre de buen vestir, le encantaba el color gris, poseía una gran diversidad de trajes de gala de todas las variedades y tonos grisáceos combinados con colores oscuros como el azul, negro y el violeta. Sus cejas acentuaban su mirada como la mira de un francotirador, colocaba los ojos en su presa y como la magia de un vampiro esparcía sus comentarios sutiles y vánales para captar la atención que deseaba.

                ¡Oh! mi querido lector, este hombre era un bárbaro, sus palabras nunca fueron despilfarradas, una vez que un solo comentario se filtrara en los oídos de su presa, el veneno de su engaño funcionaba al instante, la hembra caía a sus pies o mejor dicho de rodillas.

                Ubiquémonos primero en el contexto, nuestra historia tiene lugar en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia en Venezuela. Esa noche Dimitri entró en el gran salón, acompañado de un grupo de amigos… en realidad solo un verdadero amigo, este hombre siempre era rodeado de amistades interesadas, al igual que las mujeres que frecuentaba; conocidos envidiosos que trataron de estafarlo y nunca lo consiguieron, compañeros de trabajo y empleados esperando aprender de su jefe, otros fascinados de sus extraños poderes con las mujeres y por último los que más odiaba Dimitri; los pegajosos y molestos aduladores que lo imitaban e incluso repetían sus palabras. 

                Siempre estuvo acompañado de su mejor amigo Dimas Leal; piel canela, alto y jovial de la misma edad de Dimitri, competían juntos para ver quien conseguía a la mejor chica del lugar y aunque Dimas siempre sabía que perdería ante la magia oscura de Dimitri, no ponía objeción para disfrutar una buena riña con su mejor amigo y rival. Una vez dentro del local nocturno, Dimitri, Dimas y sus “amigos” pidieron una mesa y sirvieron las bebidas, los mesoneros conocían las increíbles hazañas de Dimitri, todas las noches apostaban por ver a cuál mujer el seductor hombre se llevaría en su carro deportivo.

                Dimitri algunas veces era indiscreto. Tenía 29 años de edad y en septiembre cumpliría los 30, pero no le interesaba la edad de las mujeres, simplemente consideraba su físico, no le concernía la procedencia, sus creencias, su forma de hablar ni su forma de ser. Y al decir que este joven no era discreto me refiero a no tener miedo de las opiniones ajenas, no le importaba seducir y acostarse con jovencitas menores o con señoras maduras; su estereotipo era lo primordial, cualquiera que cumpliera con ese requisito era bienvenida al palacio del señor Damasco.

                Una vez se acostó con una hermosa jovencita de 16 años que había entrado a un club nocturno con una identificación falsa, pero ya Dimitri lo sabía, él adivinó lo que ella estaba buscando, era cuestión de lanzar el anzuelo y llevar su presa al gran estanque del placer. Cada vez que concebía encuentros amatorios con menores de edad era una complicación para él, problemas legales fastidiosos que su amigo Dimas, el abogado, le ayudaba a resolver, de una manera muy fácil y rápida, ya que Dimitri poseía un ingreso monetario capaz de persuadir a cualquiera. El hecho de probar lo prohibido lo excitaba y por eso las jóvenes y maduras eran sus presas favoritas, anteponiendo a las señoras que no le causaban problemas legales, claro está.

                Volvamos al principio mi querido lector. Dimitri se encontraba sentado en la mesa agitando con cuidado su vaso de whisky en las rocas. Su amigo Dimas desataba un sostén en un pasillo oscuro del club mientras besaba a una morena de pelo negro y mechas amarillas, sus manos jugaban en el pecho de la mujer y ambos se divertían en su juego. Por otro lado, Dimitri no dejaba de posar su mirada de halcón, analizaba su presa para atacar y bien sabía que esta nueva hembra sería difícil.

                Sin distraerse, fue sorprendido por Dimas que con una sonrisa pícara le golpeó la espalda con su palma, la sonrisa delataba su victoria y para alardear se sentó a su lado.

¿Qué te pasa hoy Dim? te noto distante, ya llevo una en mi lista y tú llevas cero. Lo anotaré como un récord, por primera vez te voy ganando dijo Dimas mientras se servía un trago.

Ya son 2 veces Dimas, ¿recuerdas esa vez en el crucero en Margarita? mencionó Dimitri subiendo el ánimo de su amigo.

Está bien, está bien… estoy aprendiendo del maestro rió Dimas ante el comentario de su amigo.

Todavía no aprendes nada…tienes pintalabios rojo en la boca. le recalcó el maestro al aprendiz.

¡Ah! se quejó Dimas quitándose la pintura roja con sus dedos―. ¿Por qué no has hecho un movimiento? ¿qué estas esperando? he visto como 8 chicas que no te han quitado la mirada de encima Dim. le preguntó a Dimitri.

                Con una sonrisa de triunfo, Dimitri le indicó con su cabeza a Dimas lo que desde hace rato estaba viendo. Sentada en la barra del club tomando un cóctel se encontraba la mujer más llamativa de la noche, un misterioso espécimen que sin duda alguna Dimitri la quería en su colección. Era casi imposible de ignorar, las miradas giraban a su alrededor y los comentarios volaban en el aire como chismes caóticos, nadie se atrevió a acercársele. Dimitri sabía muy bien qué deseaba esa imposible mujer, ¡él iba a obtenerla!

                Esbelta, delgada, tonificada y estilizada mujer de vestido negro ceñido a su escultural cuerpo, resaltando ferozmente sus perfectas curvas y voluminosos pero sutiles glúteos y senos. Su piel era tan blanca como la luz, eso la resaltaba en su vestido, pero eso no era lo que llamaba la atención de la gente y de Dimitri; la mujer pintó su cabello de color blanco, un blanco casi plateado extremadamente liso y corto a un estilo parecido al Charlestón, pero con el cabello bajo en la nuca y las puntas largas, simétricas a los costados casi hasta el final del cuello; acompañado con unos despampanantes lentes de contacto blancos casi del mismo color de su cabello. Cuando la luz rosaba su cara un brillo terrorífico chispeaba en sus pupilas como si fueran los ojos de un felino o un caimán. Sus uñas y labios combinaban del mismo color plata, el rubor se le notaba a creses por su blanquees y la sombra negra de sus párpados resaltaban la mirada asesina de la fémina, tal y como se veían los ojos de Dimitri en su estado de sigilo en caza.  Y la cereza sobre el pastel que excitaba más a Dimitri, unos increíbles tatuajes desde su espalda hasta su cuello en formas tribales, casi como notas musicales que cantaban en el oído de Dimitri invitándolo a bañarse en ella.

                Esa noche representaba un reto especial a Dimitri. Normalmente conseguía conquistar hasta 5 mujeres por noche, pero esa mujer lo atrajo tanto que decidió abandonar la posibilidad de otras conquistas y concentrarse plenamente en llevar a ese misterioso modelo ejemplar de mujer al éxtasis de sus perversiones.
 
                Dimas al detallar a la mujer captó de inmediato la intención de su amigo y con una risa bufona entendió que su rival era único. Por más mujeres que él consiguiera esa noche ninguna, incluso sumadas entre sí, les llegarían a los talones a la conquista perfecta de aquella mujer de negro y plata.

                Más decidido que nunca, Dimitri dejó el trago en la mesa y caminó hacia la mujer abriéndose paso entre la gente que bailaba en la pista. Él se sentía seguro de sí mismo, su victoria esa noche estaba predestinada, la mujer de negro y plata también lo estaba observando y no le quitó la mirada desde que se levantó para acercarse a ella.

                Se sorprendió un poco cuando la secreta mujer le habló primero a él, no muchas mujeres dan la iniciativa en una conversación. Debía estar aburrida, llevaba mucho tiempo sentada en la barra y se encontraba en el club mucho antes que llegáramos, pensó Dimitri. Tuvo cuidado en sus palabras, esa mujer poseía un aire peligroso, inclusive su perfume invitaba al deseo.

Hola dijo la mujer clavándole sus ojos plateados a Dimitri.

Hola, llevas mucho tiempo sentada aquí, te he estado observando desde el otro lado recalcó Dimitri.

Lo sé, yo también te observaba. le respondió la fémina extendiéndole su mano para presentarse.

                Dimitri sonrió ante tan audaz comentario, y se inclinó para besarle la mano. Sus sospechas eran ciertas, esa mujer era un total riesgo, un peligro inminente, estaba ante una versión femenina de sí mismo, la contrincante que siempre quiso tener, eso lo relajo más, porque al cabo ya sabía en donde terminarían ambos, la carne llama a la carne como dice el dicho y las dos dualidades sentían atracción, querían devorarse uno al otro.

Dimitri Damasco, para complacerte… ¿Y tú eres…? preguntó amablemente con una voz de total sensualidad, mientras se acercaba más y más hacia la dichosa mujer. 

Hoy no te diré mi nombre, regálame un trago. le ordenó la mujer entretanto le sobaba la mejilla a Dimitri.

                Con un gesto de la cabeza, Dimitri le indicó al bartender que le sirviera un par de tragos. Él hombre estaba emocionado, había tratado antes con el tipo de mujer dominante, esas que afincan las uñas en la espalda; sus lenguas son látigos y sus órdenes siempre deben ser acatadas. Eso lo emocionó por un instante, se sintió dominado, se dejó ordenar y la complació. Sin embargo, tomaba distancia, no quería caer por completo en su telaraña de pasión; él también era un arácnido, un escorpión que espera el momento preciso para clavar su aguijón y no se dejaría devorar por una viuda negra.

                Por breves momentos se miraban a los ojos, no decían nada, hablaban por medio de sus sentidos, se comunicaban a la perfección, a pesar de haberse conocido unos segundos atrás. Ahora se encontraban conectados como un solo ser, sus miradas quietas eran como máscaras, ocultando el deseo y la atracción que sentían… ¡Oh! mi querido lector, ya podrás imaginar cómo esta pareja en sincronía se complementaría en la cama.

                Después de algunos sorbos de sus bebidas y una que otra palabra, Dimitri dio un paso adelante, sostuvo a la mujer por la cadera arrastrándola hacia él.  Como un reflejo o más bien un relámpago centellante, ella rosó sus labios con los de él, invitándolo a seguir el juego… las dos entidades aceptaron lo inevitable, se sumergieron en un apasionante, morboso, profundo y viscoso beso. No les importaba nada y nadie a su alrededor, solo complacerse el uno al otro, sus lenguas jugaban una batalla dentro de sus bocas; se acariciaban, sobaban y golpeaban enjuagándose en un sádico baño de fluidos bucales. La mujer de negro y plata le mordía los labios con deseo soltando una risa pervertida, algo que siempre le gustó a Dimitri; sus labios se pegaban, suaves uno al otro como piezas de rompecabezas destinadas a encontrarse.

                El instante de la deliciosa caricia fue interminable, solo pocos minutos y dentro de sus cabezas volaban pensamientos obscenos de lo que pasaría a continuación. Ahora que conocían sus sabores, querían probar más… un solo beso no los dejó satisfechos. Dimitri se contuvo durante el acto para no subir sus manos hacia los senos y manosearlos, debían salir de ese lugar rápido o estallarían del deseo.

                Despegaron sus cuerpos y rostros, él la bajó con sutileza del taburete de la barra y sosteniendo su mano con dulzura caminaron a paso veloz hacia la salida del club, sonriendo entre labios como si fueran dos adolescentes a punto de perder la virginidad.

                Desde la otra mesa, su amigo Dimas se divertía con la facilidad en la que Dimitri consiguió a la mujer de negro y plata. Antes de irse Dimitri volteó y se despidió de su amigo con un saludo característico de ambos; sus dedos, índice y medio por encima de su frente agitándolos en un solo movimiento de victoria. 

FIN
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Esta fue la muestra del primer capítulo, muy pronto publicaré el segundo.
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