miércoles, 1 de febrero de 2017

Pajarera de Brujas [Cuento]


Hola mis Criaturas Literarias yo soy JaaB y este es el primer cuento de horror del 2017. 
Esta historia está basada en una leyenda urbana o mejor dicho una horripilante anécdota que escuché, espero que les encante y les propicie unas buenas y sensuales pesadillas. 


Suspenso y Horror.


El primer estallido los alertó, pero solo a algunos, los demás que dormían en sus carpas explotaron como carne hinchada; los pedazos de viseras, sangre y huesos volaron por los aires adornando con un matiz carmesí a las cortezas blancas de los arboles, las verdes hojas y la grama, también algunas rocas y el barro que pronto se mezclaban formando una pasta asquerosa y espesa.

Los sobrevivientes del estallido huían cubiertos por el baño de desperdicios de sus difuntos compañeros en el campo de guerra. Algunos lazaron granadas al enemigo, otros dispararon a diestra y siniestra con sus fusiles al aire, pero el enemigo no estaba en tierra firme, las bombas caían desde el cielo como ángeles negros anunciando la muerte con trompetas de apocalipsis. 

Luego sonaban los estruendos, enormes relámpagos explotando en la tierra y moviendo los cimientos como terremotos de titanes. La noche era iluminada por las llamas infernales, el incendio de las bombas se propagaba, pero una pronta llovizna comenzaba a apagar las llamaradas, la garua acrecentó convirtiéndose en una tormenta, el ataque cesó y los malheridos soldados lograron huir ocultándose en la maleza de las llanuras nocturnas entre la maleza alta y amarilla.

Apenas cinco sobrevivientes, cinco de todo un pelotón, unos 40 soldados armados hasta los dientes asesinados por el yugo de las explosiones. Dantonio cayó al suelo cansado, los otros cuatro se desplomaron también, el cansancio los consumía, especialmente a dos de ellos que ayudan a cargar a otro soldado que perdió una pierna en el bombardeo.

Dantonio observó la herida de su compañero, el miembro amputado por una cruel trampa. Todos lo apodaban como Dan, era más fácil recordar su nombre de esa manera, Dantonio no era un nombre común para remembrar, Dan observaba a los demás… examinó sus caras para identificar quienes quedaban; el más herido era Alberto, el más robusto de todos, Rubén el gigante como lo llamaban tenía medio rostro quemado, se notaba la ausencia de vista en su ojo derecho, Larry el negro se encontraba aparentemente bien, quizá su piel oscura disimulaba la herida en su costilla, pero la mancha roja en su uniforme revelaba que esa sangre era suya, y por último vio en el suelo llorando a David, el más joven de todo el pelotón, un muchacho rubio, tampoco vio señales de daños en el chico, pero el llanto conmovía a Dan, el chico tenía suerte de seguir con vida.

—David, muchacho, ¿Estás herido?—preguntó Dan.

            El muchacho levantó la mirada, la cara llena de barro lo cubría como un mal camuflaje en los primeros días de entrenamiento, pero reveló que su hermosa dentadura blanca había desaparecido, le faltaban la mayoría de los dientes delanteros. David se llevó las manos a la boca limpiándose la sangre y la salva que se le salía sin querer, también se limpió la cara disimulando las lágrimas.

—¡Dan!—llamó Larry el negro. —¿Está todo bien?—preguntó acercándose para examinarlo, Larry pertenecía al escuadrón médico tenía talento para curar heridos, Dan era bueno para las palizas, los golpes y disparos, con el tamaño que tenía y los músculos que entrenaba todos les cargaban un respeto miedoso.

—No puedo mover el brazo izquierdo… creo que me disloqué el hombro—confesaba Dan adolorido, no fue hasta que entendió su molestia que empezó el verdadero dolor de su hombro.

            Rubén se cubría el rostro quemado con unas vendas, Dan no se explicaba como en medio de toda la conmoción Larry pudo coger una mochila con equipo de primeros auxilios. Como Dan no era la mayor importancia dejaron su atención de último. Larry formó un torniquete en la pierna de Alberto, luego ayudó a Rubén cubriendo con rostro sin antes echarle un ungüento, luego le dio un poco de agua a David para que enjuagara su boca y botara la poca sangre que le quedaba, también le aplicó una especie de vendas alrededor de la mandíbula para que no la moviera y le ordenó no hablar, solamente cuando fuese necesario. Después Larry le dio indicaciones a Dan y a Rubén para que lo asistieran en su propia herida, destaparon su uniforme y encontraron una especie de astilla gruesa de árbol clavada en las costillas, la retiraron con cuidado, desinfectaron la herida y le colocaron el ungüento con las vendas.

            Reposaron unos cuantos minutos, Larry buscó una rama del suelo y la envolvió con el uniforme que le habían quitado, tomó la rama y le aconsejó a Dan que mordiera. Rubén y David sostuvieron a Dan con todas sus fuerzas entre tanto Larry se colocaba a espaldas de Dan tomándolo por el brazo, con otra dotación de fuerza movió el hombro de Dan devolviéndolo a su estado original, el dolor fue tanto que las lágrimas salieron de los ojos de fortachón, pero se recuperó.

            Las fuerzas no pudieron con Alberto y terminó durmiéndose, Dan pensó que estaba desmayado y supo que no era el único que lo pensaba… cinco hombres heridos en medio de la nada escondidos en la maleza de unas llanuras, ¿Qué podrían hacer para salvarse?

—Hay que movernos, no creo que vuelvan a atacar, si no encontramos un refugio nos masacrarán en la mañana—habló Dan rompiendo el silencio.

—Estamos muy cansados Dan, danos un respiro…—se excusó Rubén el gigante.

—Si no le hacemos caso de nada valdrá haber sobrevivido, cuando amanezca harán una ronda con los helicópteros y desde arriba las balas bajaran como lluvia—agregó Larry escupiendo al suelo.

—Sé que estamos cansados, recuperemos fuerzas. Larry, reparte un poco de agua, dentro de unos minutos hay que movernos—Dan dirigía tratando de avivar el grupo, pero las palabras no se le daban tan bien como a Larry.

            Repartieron el agua entre todos, Alberto no pudo tomar, por más veces que lo zarandeaban no lograba despertarse, Larry remojó un poco de alcohol en un algodón y lo pasó por la nariz de Alberto logrando que pestañara los ojos un poco, hablándole con cuidado le obligaron a tomar agua. 

—¿Y si encontramos un animal escondido en la maleza?—dijo de pronto Rubén entre tanto descansaban.

—Para eso tenemos estos juguetes Rubén—espetó Dan sacando un enorme cuchillo que guardaba en el estuche de su bota derecha.

            El brillo filoso del arma blanca propinó otro silencio incomodo, los demás revisaron sus equipamientos buscando armas. Encontraron más cuchillos, 3 en total, Larry tenía una pistola Luger en su equipo médico y David guardaba dos granadas. Revisaron a Alberto pero solo consiguieron un paquete de municiones para un rifle y dos barras de chocolate.

—Estaremos bien, descansen, el entrenamiento fue peor que esto—les recordó Dan.

            Por primera vez Dan sintió que sus palabras si sirvieron para calmarlos. Cerraron los ojos para despejar la mente y recobrar fuerzas. Dan recordaba las viejas costumbres del entrenamiento militar, cuando eran apenas unos cadetes enanos y flacuchos, esas noches de lluvia arrastrándose por el lodo, cuando los obligaron a soportar la tempestad, desnudos para probar su resistencia, la horripilante comida a base avena, papas, pan y huevos. Remembraron las maldades de los miembros más viejos a los nuevos cadetes, arrojar serpientes a los dormitorios, bañarlos con agua fría repleta de hielo, y la peor era defecar en las almohadas para que apestara toda la noche.

            De repente los recuerdos fueron interrumpidos por unas voces entre las espigas de la maleza. Dan despertó inmediatamente cruzando miradas con Larry y Rubén. David y Alberto seguían dormidos…

—¿Escucharon eso?—preguntó Dan en voz baja.

—Eran risas, ¿Verdad?—dijo Rubén. —Yo escuché risas, risas de mujer, no estoy loco, ¿Verdad?—preguntó alzando la voz.

—¡Shh!—lo calló Larry, y sacó el arma de su bolsillo.

            Dan desenvainó su cuchillo colocándose en cuclillas. Las risas volvieron a sonar, parecía un enorme eco desde muy lejos, una carcajada femenina, sensual y a la vez aterradora… repentinamente escucharon el batir  de unas enormes alas, la luz de la luna se posaba encima de ellos y una gigantesca sombra de ave los cubrió como si otro avión militar hubiese pasado a toda velocidad para atacarlos.

—¿Esa mierda era un pájaro?—Dan se asustó, su mirada logró avistar un poco aquella criatura grande que pasó por encima de ellos.

—Falsa alarma, era un ave…—Rubén se tranquilizó, pero su expresión seguía nerviosa.

—No hay aves tan grandes por estos lados, yo estudié la biodiversidad—comentó David, la bulla del pájaro lo despertó, Larry lo examinó y volvió a aconsejarle que no hablase.

            Otro sonido los alertó de golpe, algo enorme cayó a pocos metros de ellos, esa cosa se movía entre las largas espigas donde se escondían. Larry apuntó el arma en aquella dirección, luego escucharon el mismo sonido otras dos veces en distintas direcciones.

—¿Serán soldados? ¿Soldados en algún tipo de paracaídas?—el nerviosismo de Rubén se transmitía a los demás, a Dan le molestaba su pesimismo, si seguía de ese modo le propiciaría un puñetazo.

            Las risas femeninas volvieron, Dan pudo distinguir tres voces distintas, el sonido de sus carcajadas volaba por todas direcciones, las risas disminuían formando silbidos agudos que penetraban sus oídos, agujas calientes que pinchaban su cabeza a través de sus tímpanos. Comenzaron los dolores de cabeza y los pasos de animales arrastrándose se aproximaban a los soldados.

            No les dio tiempo ni a pestañar en el preciso momento cuando unas manos blancas con plumas negras tomaron a Alberto por la pierna y lo arrastraron por el suelo entre la maleza, el grito de desespero les inyectó una dosis de adrenalina, los cuatro se levantaron de golpe y comenzaron a correr en dirección opuesta, los seguidos gritos de Alberto les indicó que era demasiado tarde y peligroso para poder rescatarlo, inclusive Larry no quiso disparar el arma o más bien el miedo lo bloqueó.

            Correr entre las espigas no era tarea fácil, se sentía escapando entre una espesa brea que les dificultaba el paso. Los enormes aleteos siguieron persiguiéndolos en la espalda, escucharon como uno de esos pájaros surgió de la maleza para volar en sus cabezas, la presión del aire se aceleró cuando una de las aves cayó en picada para atacar, David no corrió con suerte y aquel monstruoso demonio alado se lo llevó como si se tratase de un pequeño bebé.

            Dan, Larry y Rubén corrieron escapando de la maleza, ese pequeño trecho plano desde las espigas hasta la selva del bosque era la zona más peligrosa, pero no fueron atacados, sentían los ojos de las aves clavados en sus espaldas, ciertamente eran presas fáciles, unos pequeños ratoncitos heridos huyendo de enormes lechuzas asesinas. Correr y esconderse era parte del juego de cacería…

            Antes de entrar a la selva Dan volteó la mirada y vio una de esas cosas… justo cuando terminaban las espigas la vio, una figura alta llena de plumas negras brillantes a la luz de la luna, pero eso no era un pájaro … ni se acercaba a una especie de ave, desde esa distancia parecía una persona, una presencia alta, delgada, esbelta y llena de plumas, lo que más le dio escalofríos a Dan no era la altura y extraña forma de la criatura, sino que aunque visto desde lejos daba miedo, podía notar un rostro humano observándolo, un rostro con mirada de águila que le penetraba los ojos hasta escudriñar sus miedos más profundos y recónditos.

            Cuando entraron a la selva siguieron corriendo y corriendo, Rubén se tropezó con algo en suelo y cayó, era un fusil, agradeció a Dios y se lo llevó consigo alcanzando a los demás. Hasta que no estuvieron más adentrados no pararon, se recostaron en unos árboles sofocados por el trote desesperado.

—¿Qué eran esas cosas? No son pájaros, no son pájaros—repetía Rubén alterado.

—Eran como personas…—añadió Dan calmando su respiración. —Como mujeres con alas, vi el rostro de una de ellas, era… era muy natural, muy perfecto, sus ojos eran negros como los de una lechuza—Dan trataba de explicar.

—Mujeres aladas… ¿Cómo ángeles? ¿Ángeles de la muerte? Probablemente morimos en el bombardeo y no nos dimos cuenta… ellas vienen a llevarnos—deducía Rubén exagerando la situación.

—Los ángeles no se llevan a las personas Rubén… no de esa manera. Estaban cazando, iban a comer—le respondió Dan alterado y casi lo empuja pero detuvo el impulso. —No sé que son esas cosas, pero seguro no atacan de día, prefiero que me maten de un tiro a que me coja una de ellas—espetó Dan pateando una rama.

—Yo se que son esas mujeres…—finalmente habló Larry.

            Dan y Rubén viraron el cuello a su dirección, ¿Qué podría saber Larry el negro sobre esas cosas?

—Son brujas—respondió. —Brujas reales—dijo persignándose y besó un crucifijo que llevaba colgado del cuello.

—¿Brujas? Las brujas llevan escobas—expresó Rubén riéndose con una risa nerviosa.

—Esas brujas son cuentos, inventos para asustar a los niños, esas cosas que vimos si son brujas de verdad—dijo Larry señalando en dirección a la llanura.

—¿Cómo sabes eso Larry?—preguntó Dan acercándose a Larry el negro y se sentó en una rama gruesa cerca de él.

—Yo soy católico pero no siempre lo fui, mi padre era un santero, tenía conexiones con personas extrañas: hipnotistas, reikistas, chamanes, supuestos magos de magia negra, y otra infinidad de misteriosas personas, yo nunca creí en esas basuras, pero siempre le tuve un extraño respeto porque muy en el fondo sabía que las fuerzas malignas existen…—Larry explicaba son sudor en su rostro. —Una vez mi padre me llevó a un viaje, su plan era que yo siguiera sus mismos pasos. Una noche en medio de los llanos en una casa abandonada esperábamos alguien, pasaron las altas horas de la madrugada hasta que escuché unos pasos en el techo, luego tocaron la puerta y mi padre se levantó a recibir a su invitada…—Larry se frotó las manos.

—Era una bruja, ¿Verdad? Una de esas—decía Rubén tartamudeando.

—Mi padre había apagado las velas, puesto que solo la luz de la luna iluminaba, justo como ahora. Cuando abrió la puerta estaba una sombra larga, hablaron entre ellos en una lengua que no entendí,  la bruja le entregó un pequeño saco gris del tamaño de una mano… yo estaba asustado, su sola presencia era perturbadora, me hizo sudar, por poco me hago encima de los pantalones—seguía narrando y volvió a persignarse. —Las plumas se le cayeron dejando una pila negra en el suelo, mi padre la invitó a pasar, era una mujer extremadamente hermosa y voluptuosa, imposible de desviar la mirada cuando la observabas… de repente mi padre se quitó la ropa y la tomó frente a mis ojos, estuvieron horas fornicando hasta que mi padre no pudo más, la mujer se levantó, caminó a la puerta, extendió sus manos y cada pluma que había dejado caer se incrustó en su piel y salió volando—terminó la narración demostrando el vuelo con las manos como si fuera un ave.

—¿Por qué tu padre hizo eso?—preguntó Dan.

—Mi padre me contó que las brujas se comen a sus hijos para seguir vivas, él necesitaba un favor, polvos con hechizos fuertes para algún trabajo de santería y la única manera de que una bruja te haga un favor es de esa manera… necesitaba embarazarse—explicaba Larry tocándose la herida de la costilla.

—¿A qué precio? Coger con una bruja suena sencillo para un favor—comentaba Dan dudoso.

—Mi padre no duró vivo más de unos meses—concluyó, Dan tragó con dificultad al escuchar eso.

            Larry volvió a sacar una botella de agua mineral y la repartió para recobrar fuerzas. Rubén revisó el fusil que encontró, cargaba suficientes municiones para defenderse. Siguieron escondidos pensativos y dudosos en que hacer ahora… ¿Esperar a que las brujas llegaran a buscarlos? ¿O esperar al alba y que los helicópteros enemigos los encontraran?

            Algo escurridizo sonó en el suelo, Dan con cuchillo en mano se levantó a la expectativa, ¿Podría haber sido una lagartija?

            Unas hojas de los arboles comenzaron a caer, Rubén se desesperó y comenzó a vaciar el cartucho del fusil en la copa de los arboles, Dan lo detuvo para que no gastase las municiones.

—¡No seas idiota, dispara solo cuando las veas!—lo regañó con fuerza.

            Un horrible grito de mujer los distorsionó desequilibrándolos, como el canto de una antigua sirena voladora. Una de ellas se posaba encima de una de las raíces salidas de un árbol grueso.

—¡Ahí está!—gritó Rubén disparando como un desquiciado, pero la bruja se movía tan rápido como una sombra.

            De un saltó la bruja cayó en el suelo introduciéndose en la tierra como si se tratara de un clavadista arrojándose a una profunda piscina.

—¿Qué hizo? ¿Dónde está?—la desesperación de Rubén era molesta.—Hay que correr… ¡Corran!—gritó Larry levantándose con el dolor en la costilla.

            Pero antes de levantarse una horripilante mano humana surgió del suelo sosteniéndole la mano a Larry el negro, aunque siendo una mano de mujer su fuerza era monstruosamente poderosa y el solo agarre de sus dedos le torció la muñeca a Larry y soltó el arma en el suelo, otra mano en que surgió tomó el arma y la hundió en la tierra.

            El suelo oscuro tomó un color blanquecino, miles de manos emergían del suelo como gusanos buscando aire fresco. Dan pateaba las manos y ayudó a Larry clavando su cuchillo en la mano que lo apresaba, levantó a Larry y se dispuso a correr.

            Rubén no fue astuto, las sucias manos blancas llenas de tierra lo sostuvieron por los pies y lo tumbaron en el suelo, varias manos lo rodearon con sus dedos huesudos y le estrujaron el cuerpo, le quitaron la ropa y comenzaron a hundirlo en la tierra tragado por una embrujada arena movediza.

            Retomaron la carrera por sobrevivir, esta ya era la tercera vez esa noche, Dan era resistente pero a este paso no sabía si durarían hasta el amanecer. Siguieron huyendo hasta perder el sonido de los gritos de Rubén. Pero los sonidos escurridizos seguían rondando, las manos volvían a emerger como bambúes asesinos creciendo con rapidez.            

            Larry se detuvo abriendo su bolso, comenzó a sacar los utensilios. Dan desconcertado tomó un tronco grueso y golpeaba las manos en el suelo levantándolas de raíz.

—¿Qué coño haces Larry?—preguntaba Dan molesto.

            Rápidamente Larry destapó unas cajas de pastillas, comenzó a triturarlas en un árbol y las vertió en las dos botellas de agua restantes, inmediatamente comenzó a agitar las botellas mezclando las boronas de las tableta con el agua coloreándolas de un blanco mestizo y veteado.

            Las manos se acumulaban en el suelo, Dan no podría destrozar un enjambre de manos, pero la astucia de Larry fue mejor que la fuerza fruta de su compañero. Con la mezcla en las botellas apretó el plástico arrojando agua blanquecina y transparente.

            Las gotas de agua alejaron a las manos hundiéndolas en el suelo, un sonido efervescente brotaba arrugas y burbujas en las manos mojadas, y un grito desesperante desde el suelo demostraba que la bruja enojada se alejaría por los momentos.

            Nuevamente huyeron de la zona llena de manos muertas y siguieron corriendo.

—¿Qué fue lo que hiciste?—preguntó Dan sorprendido y aliviado.

—Paracetamol e Ibuprofeno, esos medicamentos tienen mucho sodio… las brujas odian la sal, mi padre me lo dijo—contestó riéndose. —No pensé que funcionaria…—y siguió la carcajada nerviosa, Dan lo acompañó con otra risa.

            Un temblor en el suelo los desequilibró y la silueta oscura de la bruja apareció entre ambos separándolos de un golpe, Larry salió volando hacia un árbol y quedó inconsciente al chocar la cabeza con la corteza. Dan rodó por el suelo a pocos metros, las botellas de agua se derramaron y la tierra terminó sorbiendo el agua.

            La maligna figura alta se acercaba a Larry, Dan pudo ver su espantosa presencia macabra, mirarla por mucho tiempo le dolía la vista a pesar de verla de espaldas, no se imaginaba cuanto dolería verla directamente a los ojos. Tenía que hacer algo, la bruja se llevaría a su amigo… ¿Pero que podría hacer? Sin armas, sin sal, sin nada…

—¡Espera!—Dan le gritó a la bruja.

            La mujer volteó la mirada, en solo un pestañeo de Dan la bruja se encontraba más cerca de él… Dan se hundió en el vacio de los ojos negros de la bruja.

—Necesito un favor… déjanos con vida—le pidió Dan y comenzó a quitarse la ropa.

            Dejó cada medida de su uniforme tirando en el suelo, incluso su ropa interior, la bruja se acercó mucho más, casi respirándole en el rostro y comenzó a reírse nuevamente, su sonrisa de satisfacción parecía alegre y complaciente, ella caminó a su alrededor examinándolo, hasta se inclinó para detallar el tamaño del miembro de Dan.

            Con un soplido cada pluma de la bruja fue cayendo en el suelo revelando su espectacular y voluptuoso cuerpo desnudo, su cara se agudizó, perdió ese aspecto macabro y sus ojos pasaron de un negro profundo a convertirse en ojos normales y humanos.

            La hermosa mujer recostó sus senos en el pecho de Dan y posó sus brazos alrededor de su cuello, Dan se sentía hipnotizado por la belleza y el cuerpo de la mujer, comenzó a besarla desenfrenadamente, le apretó la cintura atrayéndola hacia su pelvis. Entre caricias y mordiscos la puso contra la corteza de un árbol y la penetró. Los gemidos animales de la bruja retumbaban en cada rincón de la selva, Dan estaba ido de su conciencia, pero entendía y disfrutaba todo lo que hacía.

            Duraron toda la noche en la faena sexual, la bruja añoraba la semilla de Dan y no fue hasta que hubo un atisbo de amanecer cuando finalmente Dan pudo acabar en ella y lo dejó casi moribundo y sucio en la tierra.

            Con otro silbido en el aire las plumas de la mujer se encajaron en su cuerpo como agujas convirtiéndola en su forma sobrenatural y voló desapareciendo de sus vidas para siempre.

FIN
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[Basada en una anécdota urbana]
[Una vez escuché que un grupo de soldados en los llanos acamparon cerca de una casa abandonada. De repente escucharon pasos en el techo y como bien se sabe en esos páramos las brujas acostumbran a caminar en los tejados. De esta manera los soldados atacaron disparando al techo, lo que cayó fue algo extraño, una especie de pájaro gigante con forma de mujer, uno de ellos logró verle el rostro antes de que huyera volando. Poco después en un pueblo cercano, el mismo soldado vio a una mujer idéntica al pájaro humano, pero cuando se acercó a amenazar a la mujer ella lo negó rotundamente]

8 comentarios:

  1. Verga estuvo muy bueno me hizo recordar a las arpias xD

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    1. Las arpías son una buena fuente inspiración aterradora, buena fuente para esta historia. Saludos broo!

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  2. hahaha con el respectivo toque de Jose Augusto jajaja estuvo bueno sobretodo la apariencia que le das a las brujas!!

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    1. Yo siempre tengo mi toque particular al escribir. Gracias por leer jeje

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  3. A mí también me han recordado a las arpías. La descripción de las brujas está muy bien lograda, así como el ambiente macabro. En resumen: me ha gustado mucho. ¡Saludos!

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    1. Un tipo distinto de brujas a lo habitual, por eso me gustó la idea, salir de lo convencional sin perder lo macabro siempre es buena idea. Saludos Noemí!

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  4. ¡Muy buen relato, amigo!
    La riqueza que estas leyendas tienen allí es mucho más grande que la que tienen aquí, y eso se nota en cada uno de tus relatos.
    ¡Coincido con Noe! Jajajaja, si que es verdad que recuerdan a las arpías, pero has acertado con eso, ¡se nota qu te gusta la mitología!
    Aprovecho para decirte que te he nominado a "Best Bolg", aquí tienes el enlace de la entrada. ¡Un abrazo y que tus seguidores sigan subiendo!
    http://conunaplumaenmismanos.blogspot.com.es/2017/02/primer-blog-tag-2017.html

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    1. OHHH!! Muchas gracias Ana, siempre te acuerdas de mí. La verdad si me fascina la mitología, y gracias nuevamente por esa nominación, voy a echarle un ojo jeje

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