mi茅rcoles, 25 de agosto de 2021

Asueto Inmortal 馃拃| Relato

 Hola mis Criaturas Literarias. En esta ocasi贸n les traigo una historia bastante particular, un juego de inmortales muy s谩dico y sangriento, inventado por rebeldes adolescentes que usan sus dones eternos para tomar ciertos riesgos muy osados y peligrosos.


Suspenso Sobrenatural

Los 煤ltimos vestigios de sol del crep煤sculo rebotaban en el asfalto de la carretera. Se hac铆a muy tarde y el calor en el asfalto se convert铆a en un tenue fr铆o que aumentaba, entre tanto la luz del cielo se ocultaba en el horizonte.

La ruta de Sanit Token no era muy transitada por los veh铆culos, aunque era una v铆a r谩pida solo de vez en cuando se escuchaba el rugido de un motor a toda velocidad, y un agudo frenazo de las llantas al pasar por la curva para desacelerar. Ergo, las noches en Sanit Token eran a煤n menos frecuentadas.

Sin embargo, al igual que todos los viernes por la noche, ellos se encontraban all铆, ocultos tras la maleza al borde de la carretera, tratando de ocultar la maliciosa risa traviesa, incluso antes de cometer sus fechor铆as de adolescentes.

―¿Qui茅n ser谩 el primero de esta noche? ―pregunt贸 Roy.

Esa noche llevaba una chaqueta negra muy ajustada. Al igual que los dem谩s, hab铆an decidido vestirse de negro todos los viernes, una manera de camuflarse mejor en la noche. El detalle de Roy era que su inconfundible color rojizo en su cabellera llamaba demasiado la atenci贸n, y mucho m谩s con ese peinado punk con una cresta en punta, cosa que se negaba rotundamente en ocultar.

―Las mujeres primero, ¿verdad? ―levant贸 la mano Naty con su particular risa pegajosa.

Ella vest铆a un su茅ter negro con las mangas demasiado largas y llevaba dos coletas negras hac铆a arriba, ajustando su cabellera rubia con algunos mechones tintados de rosa. A simple vista, Naty siempre llamaba m谩s la atenci贸n que Roy, pero por el simple hecho de molestar al chico, todos lo fastidiaban con eso.

―Siempre nos jodes con eso de las mujeres primero, Naty ―sum贸 Rafa―. ¿Qu茅 tal los mayores primero? As铆 siempre comienzo yo ―se帽alaba a Naty con su mano enguantada de negro.

Rafa era el mayor sin duda y por ende el m谩s precavido, su vestimenta era la m谩s oscura de todas. Incluso llevaba guantes, un pasamonta帽a y se ensuciaba los cachetes gordos con arena.

―Eres el mayor y el m谩s inmaduro de todos, Rafa ―agreg贸 Ingrid, golpe谩ndolo suavemente en el hombro―. Pero tienes raz贸n, Naty siempre anda jodiendo con eso, ¿Por qu茅 no soy la primera? Tambi茅n soy mujer ―presumi贸 escupiendo entre la maleza.

―No lo pareces, eres m谩s hombre que Roy ―coment贸 Diego conteniendo su risa, pero no pudo evitarla cuando escuch贸 a Naty re铆r con fuerza.

            ―Te voy a golpear tan fuerte en la cara que tus ojos se te saldr谩n por el culo, bastardo ―amenaz贸 a Diego casi levant谩ndose del suelo.

            Ingrid y Diego eran hermanos, de esos que no se llevan muy bien, pero siempre andaban juntos protegi茅ndose, una combinaci贸n rara. Al igual que los dem谩s, ambos llevaban prendas oscuras, Diego portada su gorra favorita con el dibujo de un lobo arriba. A Ingrid siempre le luc铆an sus brazos musculosos y su pintalabios negro, llevaba una cola en trenzas con algunos mechones de cabello pintados de verde.

            ―No levanten la voz, idiotas ―reclamaba Roy, tap谩ndose la boca con el dedo 铆ndice―. Puedes ir primero, Ingrid. Da igual quien comience, lo importante es saber qu茅 vamos a apostar hoy ―El chico dio el inicio para el inter茅s de todos.

            Antes de que cada uno se moviera para acercarse a Roy, escucharon movimientos en la maleza algo torpes y quejumbrosos. Luego escucharon una voz familiar; la de un ni帽o.

            Ingrid sac贸 su navaja de bolsillo y se coloc贸 en frente de los dem谩s. Ya les hab铆a ocurrido eso antes, hubo un viernes que Naty fue atacada por un coyote que rondaba por ah铆 y Roy la tuvo que defender a palazos, mientras lo dem谩s se ocupaban del asunto en la carretera. Hab铆a sido todo un lio y dejaron de jugar dos viernes seguidos por eso, los maestros casi los hab铆an descubierto.

            ―¿Est谩s loca? ―dijo Rafa en voz baja tocando la mano donde Ingrid llevaba la navaja―. Es un ni帽o, ¿no escuchaste la voz? ―le preguntaba nervioso.

            ―No me quiero arries… ―Una cara se asom贸 y sin pensarlo dos veces Ingrid le clav贸 la hoja en la cara al ni帽o.

            El peque帽o cay贸 al suelo con solamente la empu帽adura de la navaja sali茅ndole de un ojo. Diego salt贸 y le tap贸 la boca al ni帽o para que no gritara y le susurraba lentamente al o铆do para calmarlo.

            ―Mierda, mira lo que haces, est煤pida ―se帽alaba Roy al ni帽o―. Es el puto hijo del Maestro Baralt, maldici贸n ―se tomaba de los pelos enojado.

            ―Tranquilos, tranquilos ―Rafa levantaba las manos para tratar de calmar todo―. 脡l es igual que nosotros, no pasa nada, ¿verdad? ―preguntaba un poco nervioso.

            ―¿Ves c贸mo eres el m谩s inmaduro, Rafa? ―mencionaba Naty con otra risita―. Claro que va a estar bien, pero nos va a delatar ―se acerc贸 al ni帽o para sobarle el cabello y secarle la frente.

            ―¡Shh! ―Diego los call贸 a todos―. ¿Cu谩l es su nombre? ―pregunt贸, aun presionando la boca del chico.

            El ni帽o estaba tirando en el suelo, amordazado por las manos de Diego con el peso encima de un adolescente fornido de 17 a帽os.

            ―Aris, su nombre es Aris ―respondi贸 Roy.

            ―¿Qu茅 clase de nombre es ese? Tiene nombre de chica ―dijo Ingrid observ谩ndolo mejor, al ni帽o se le sal铆an las l谩grimas mezcladas con sangre.

            ―Y hasta parece m谩s ni帽a que t煤 ―mencion贸 Rafa, un pensamiento que se le escap贸 y sorprendi贸 a Ingrid.

            ―Vaya, cada d铆a se te suelta m谩s la lengua, Rafa ―lo alag贸 un poco golpe谩ndolo de nuevo en el hombro―. Deja de juntarte tanto con mi hermano, idiota. ―Y le sacudi贸 el pasamonta帽a para molestarlo.

            ―Quieren callarse, estoy tratando de calmarlo ―se enoj贸 Diego―. Bien, Aris. Eres un tipo duro, ¿verdad? Vas a salir de esta ―A Diego se le daba bien hablar con la gente―. Con mi otra mano libre voy a sacarte el cuchillo de un solo jal贸n. Va a dolerte, no te voy a mentir, pero en cierto punto te va a gustar… y mucho. ―Con suavidad la mano de Diego sostuvo el mango de la navaja―. Puedes morder mi mano para aguantar el dolor ―le hundi贸 varios dedos en la boca.

            ―Es el hijo del Maestro, seguro le han hecho cosas peores. Claro que va a aguantar ―insinu贸 Naty con otra risita y volvi贸 a sobarle el cabello al ni帽o rubio.

            Diego apret贸 la mano con fuerza en el mango, un peque帽o hilo de sangre brot贸 al moverlo y de un tir贸n retir贸 la hoja del ojo, chorreando la sangre del ni帽o entre el suelo y su mano.

            Despu茅s de un grito ahogado, el ni帽o se tir贸 al suelo y comenz贸 a vomitar. Diego se arrastr贸 hacia atr谩s alej谩ndose de Aris.

            ―¿Te encuentras mejor? ―le preguntaba Naty al ni帽o, le sobaba la nuca ayud谩ndolo a vomitar.

            ―Estoy mejor… ―habl贸 por primera vez, su voz segu铆a quebrantada por el llanto.

            ―Fuiste muy valiente, mira c贸mo me dejaste la mano ―Diego ense帽aba su mano mordida.

Los dem谩s no sab铆an si la sangre que segu铆a corriendo entre los dedos era la suya o la del ni帽o.

            ―Estoy mejor, estoy mejor… ―repet铆a Aris, como si alguien le volviese a preguntar lo mismo.

            El ni帽o se incorpor贸 limpi谩ndose los restos del vomito con la manga de su su茅ter azul, la prenda estaba arruinada, ten铆a manchas de sangre, tropezones de vomito y bilis, adem谩s de estar todo sudado y lleno de tierra. Aris era de esos ni帽os con la cara demasiado angelical, demasiado tierna e inocente. El cabello casta帽o casi rubio acentuaba m谩s su delicada presencia, su rostro parec铆a de porcelana y terciopelo, a excepci贸n de ahora que ten铆a un agujero en la cara y el ojo izquierdo destrozado. Ten铆a once a帽os, pero parec铆a un peque帽o de ocho.

            ―Aris ―Roy se acerc贸 para hablarle―. Aris, ni帽o, ¿Cu谩nto tiempo te lleva? ¿Cu谩l es tu r茅cord? ―le preguntaba cogi茅ndolo de los hombros.

            ―¿C贸mo va a saber eso, Roy? Es un beb茅, tiene como 8 a帽os ―se quejaba Ingrid buscando su navaja en el suelo.

            ―Primero tienes que disculparte, Ingrid. Te dije que no hicieras nada y mira lo que pas贸 ―Rafa la tom贸 del brazo de nuevo, a pesar de ser un gordito no tan valiente, ten铆a una fuerza bastante considerable.

            ―Yo ya sab铆a mis tiempos a su edad y seguro que t煤 tambi茅n, Ingrid ―aclaraba Roy revisando el hoyo en el rostro del ni帽o―. As铆 que ven y disc煤lpate con Aris antes de que esto se ponga peor ―la mir贸 con una cara tan aterradora como obstinante, la situaci贸n estaba rebasando sus l铆mites de paciencia.

            Ingrid escupi贸 al suelo y guard贸 su navaja, camin贸 arrodillada hasta el peque帽o, estuvo a punto de hablar cuando el ni帽o respondi贸 algo.

            ―Puedo hacerlo ―habl贸 respirando con fuerza―. Diez minutos, es solo un ojo… es solo un ojo ―repiti贸 otra vez.

            ―Est谩 bien, ni帽o. Te ofrezco mis disculpas, pero c煤rate r谩pido y vete de aqu铆 ―respondi贸 Ingrid y todos la miraron con enojo.

            Roy la hal贸 de los hombros tumb谩ndola al suelo, Ingrid se quej贸, pero guard贸 silencio para no hacer otra escena.

            ―Vamos, Aris. T煤 puedes, yo ya cur茅 mi mano ―Diego ense帽贸 su mano, los dedos estaban intactos y perfectos.

            El ni帽o se limpiaba la sangre y la tierra de la cara, respiraba con agitaci贸n, pero poco a poco se calmaba. Segu铆a mirando al suelo y aunque estaba oscuro, apenas con la poca luz de la luna iluminando entre la maleza, ve铆a su sangre secarse lentamente entre la arena negra. De repente, subi贸 la vista y sinti贸 la mirada de todos sobre 茅l.

            ―Diez minutos est谩 bien, comienza ―le sugiri贸 Roy alent谩ndolo.

            Aris se sent贸 cruzando las piernas y aguant贸 la respiraci贸n. Su cara se color贸 y los cachetes se le inflaron. Los pliegues sueltos de la carne y restos del ojo que le guindaban se movieron como peque帽os gusanitos, la sangre le comenz贸 a hervir brotando burbujas que explotaban constantemente como si fuera una sopa caliente. De repente, la carne comenz贸 a unirse, los tejidos se acoplaban entre s铆, formando nuevamente la estructura molecular de un ojo que nuevamente ten铆a vida y visi贸n. La esfera ocular estaba completada, era como una enorme canica llena de venas rojas, un hilo grueso de carne y venas, y una hermosa pupila con iris azul marino. El resto del rostro se acomod贸 cubriendo el ojo, y la cicatriz se tap贸 como si nunca hubiese ocurrido; inclusive el poco vello que hab铆a perdido en la ceja y pesta帽as hab铆a crecido como si nada.

            ―Un poco m谩s de diez minutos, pero est谩 bien. Los ojos son dif铆ciles de reconstruir ―mencion贸 Rafa acerc谩ndose al chico para examinarle el ojo.

            Hubo un silencio eterno e inc贸modo. Los chicos no sab铆an que hacer en esa particular situaci贸n; hab铆an lastimado gravemente al hijo menor del mism铆simo Maestro Oen Baralt, jefe de los clanes y escriba y lector del libro de los inmortales.

            Diego se arrastr贸 de rodillas quedando frente al ni帽o, le regal贸 una sonrisa vac铆a e irreflexiva y se sent贸 con las piernas abiertas.

            ―Eres bueno, Aris. Yo me he roto la columna entera, las rodillas, se me han salido los intestinos, hasta una vez Naty me mordi贸 aqu铆 abajo y sangre un mont贸n ―dijo se帽al谩ndose la entrepierna ri茅ndose un poco.

            ―¡Hey, tonto! Prometiste que no le dir铆as a nadi… ―Naty se tap贸 la boca con ambas manos sonrojada.

            Los dem谩s aguantaron las carcajadas e Ingrid silb贸 burl谩ndose de su amiga.

            ―Fuu, ¿As铆 que eres de las que muerde, Naty? Ni siquiera yo me atrevo a eso ―Ingrid se mofaba mordi茅ndose el dedo 铆ndice para imitar a Naty.

            ―Los voy a matar… ―Naty frunci贸 el ce帽o cruzando los brazos.

            Aris segu铆a mudo, escuchando y analizando la conversaci贸n de unos adolescentes.

            ―En fin. Eres bueno, reconstruir cosas peque帽as y detalladas no es f谩cil, no por nada eres el hijo del Maestro Baralt ―Diego hizo un par de aplausos que no sonaron―. Crear un ojo me habr铆a tomado m谩s de diez minutos, a cualquiera de nosotros en realidad. Ellos solo est谩n fanfarroneando ―acept贸 mostrando esa sonrisa vac铆a de nuevo.

            ―Maldici贸n, Diego, ¿Qu茅 co帽o est谩s diciendo? ―Esta vez fue Roy qui茅n se quej贸 apret谩ndole con fuerza el hombro a Diego.

            Su compa帽ero levant贸 la mano calmando a Roy y chist贸 para callarlo.

            ―¿Por qu茅 viniste aqu铆, Aris? Sabemos que no es mera coincidencia ―La mirada de Diego lo penetr贸 incluso m谩s fuerte y filoso que la navaja de Ingrid.

            ―S铆, ¿Qu茅 es lo que sabes? ―agreg贸 Rafa se帽al谩ndolo.

            A Aris le temblaron los labios antes de hablar.

            ―Yo… yo no s茅 nada ―confes贸 tragando saliva―. Quiero saber qu茅 hacen, ¿A qu茅 juegan? ―pregunt贸 sonroj谩ndose.

            ―¿A qu茅 jugamos? ―se burl贸 Ingrid molesta―. Aqu铆 no jugamos, ni帽o. ―Y le mostr贸 su cuchillo gir谩ndolo en su mano, la luz de la luna destell贸 con un brillo reflejado en la navaja.

            ―Son cosas de adultos, deber铆as marcharte ―contest贸 Roy moviendo una de sus manos para espantar al chiquillo.

            ―¿Si te dejamos jugar prometes no decir nada? ―cuestion贸 Diego.

            El ni帽o asinti贸 moviendo la cabeza lentamente y volvi贸 a tragar un c煤mulo de saliva. Diego sab铆a que si lo espantaban as铆 de f谩cil hablar铆a con alg煤n superior y los delatar铆a, era una mejor idea dejar que jugara con ellos y que 茅l mismo se asustara despu茅s.

            ―S铆, s铆. Dejemos que 茅l vaya primero ―Naty se emocion贸 abrazando al ni帽o.

            ―No me parece buena idea, muchachos ―Rafa se preocup贸 interviniendo―. Esto no es reconstruir un ojo… es mucho m谩s dif铆cil. ―Los invitaba a reflexionar m谩s.

            ―Eres imb茅cil, Rafa. El peque帽o es el hijo del Maestro Baralt, seguro lo entrenan peor que a nosotros, viste lo r谩pido que hizo ese ojo ―acept贸 Ingrid admitiendo la habilidad del chico.

            ―¿Es cierto, ni帽o? ―le pregunt贸 Roy―. Todos vamos a la academia, pero los hijos de los l铆deres no, ¿Qu茅 clase de entrenamiento les dan? ―curiose贸 y todos enfocaron la mirada en Aris.

            Mirando al suelo esquivaba las miradas curiosas, pero muy en el fondo quer铆a contarles, aunque estuviese parcialmente prohibido.

            ―Tenemos guillotinas en casa, pap谩 nos corta las extremidades y las quema para cauterizarlas… Nos obliga a reconstruirnos rompiendo el tejido que ya cicatriz贸 ―resumi贸 sin mirar a nadie a los ojos.

            ―Mierda… ―dijo Ingrid.

            ―Las quemaduras son lo m谩s dif铆cil de reconstruir ―agreg贸 Rafa.

            Hubo otro silencio inc贸modo y Roy salt贸 para animarlos coloc谩ndose en medio.

            ―Decidido, vas a jugar con nosotros ―estableci贸 Roy abrazando al ni帽o con su brazo coloc谩ndolo por encima de su hombro.

            ―Roy, hay que explicarle las reglas. Deja que vaya Naty, ella quer铆a ir primero ―habl贸 Diego y recibi贸 un beso corto en la mejilla por parte de Naty.

            Ella se acerc贸 al borde de la maleza a pocos cent铆metros de la carretera de Sanit Token.

            ―¿Qu茅 vamos a apostar? ―pregunt贸 Rafa antes de que Naty saliera.

            ―El viernes pasado fueron orejas ―record贸 Roy―. ¿Qu茅 tal lenguas? ―propuso asomando la suya.

            ―Yo quiero pezones ―expres贸 Rafa.

            ―Eres un gordo asqueroso, Rafa… No voy a darte mis pezones, pervertido ―Ingrid levant贸 los labios repugnada.

            ―Rafa solo quiere ver tus piercings, hermana ―Diego se ri贸 toc谩ndose el pecho somo si tuviera senos.

            ―¿Todav铆a eres virgen, Rafa? ―Ingrid se burl贸 levantando una ceja―. Si me das 50 euros te ense帽o mis tetas, pero hoy no me puse piercings ―se toc贸 un pez贸n para burlarse.

            ―¿Pueden dejar eso ya? ―Roy los call贸 irritado―. Ser谩n lenguas, nada de pezones o partes 铆ntimas, ya lo hab铆amos acordado antes ―dictamin贸 como si fuera el jefe―. ¿Est谩 bien para ti, Naty? Eres la primera ―le pregunt贸.

            ―Yo tambi茅n quer铆a pezones ―dijo ri茅ndose.

            ―Te puedo mostrar los m铆os cuando quieras, Naty. Con todo y piercings, incluso el que tengo aqu铆 abajo ―Ingrid tambi茅n se ri贸 se帽alando su entrepierna con el cuchillo.

            ―Uhh, eso lo quiero ver. Prometo no morderte ―le respondi贸 con una p铆cara mirada.

            ―¿Podemos comenzar y dejar las tonter铆as? ―Roy comenzaba a irritarse de nuevo.

―Lenguas est谩 bien ―acept贸 Naty y sac贸 la lengua para humectarse los labios―. ¿脡l tambi茅n va a apostar? ―se帽al贸 a Aris.

            ―No, dejemos que vea la primera ronda y que decida si quiere jugar realmente o no ―plante贸 Diego.

            Rafa se arrastr贸 entre la maleza halando una mochila grande de d贸nde sac贸 un embace grueso de pl谩stico pintado de negro.

            -Muchachos, todas sus pertenencias aqu铆, tel茅fonos celulares, carteras e identificaciones -orden贸 Rafa y todos prosiguieron a guardar sus cosas dentro de la mochila.

            Aris dud贸 un poco, pero siguiendo a los dem谩s hizo lo mismo.

Rafa destap贸 el embace. Ingrid se levant贸 en cuclillas y gir贸 el cuchillo en sus manos acerc谩ndose a Rafa.

            ―Te cortar茅 primero por pervertido ―dijo Ingrid meti茅ndole los dedos en la boca a Rafa para sacarle la lengua.

            Aris se puso nervioso y comenz贸 a sudar fr铆o. Uno a uno, los chicos comenzaron a cortarse la lengua con el cuchillo para depositarlo en el embace de pl谩stico.

            Al cabo de unos minutos despu茅s de recuperarse, Roy se acerc贸 a Aris para explicarle.

            ―As铆 es el juego, ni帽o. Naty esperar谩 a que un auto pase por la curva de Sanit Token, justo cuando llegue a este punto ―se帽al贸 la pista―. Naty se atravesar谩 para que la atropellen ―se escuch贸 la risita de Naty en el fondo.

            ―Qu茅… ―Aris no ten铆a palabras.

            ―Apostaremos si el conductor se queda a ver el cuerpo de qui茅n atropelle o si se dar谩 a la fuga, es sencillo ―Roy terminaba de explicar.

            ―Los llamados: SV o SQ; “Se va” o “Se queda” ―agreg贸 Diego.

            ―¿Por qu茅 apuestan partes humanas? ―Fue lo 煤nico que se le ocurri贸 preguntar a Aris, su mente segu铆a perturbada con la informaci贸n.

            ―¿Por qu茅 no? As铆 es m谩s divertido y m谩s delicioso ―expres贸 Ingrid tomando una de las lenguas del embace par lamerle la sangre.

            ―¡Hey, hey, hey! No toques la apuesta ―se quej贸 Roy.

            ―Es canibalismo, est谩 prohibido. ―La cara de repulsi贸n de Aris era todo un poema.

            ―La carne inmortal sabe muy deliciosa, ¿No lo sab铆as? Adem谩s, lo prohibido siempre es m谩s excitante, Aris. ―le respondi贸 Diego.

            ―El incesto tambi茅n es prohibido y yo me follo a Diego cada vez que quiero ―Ingrid tom贸 a Diego de la cabeza y le mordi贸 la oreja.

            ―¡Ah! Deja eso, hermana ―Diego se la quit贸 de encima.

            ―Qu茅 asco… y dices que yo soy el pervertido ―mencion贸 Rafa con una mueca grotesca.

            ―Es porque no los has visto hacerlo, es muy excitante ―agreg贸 Naty mordi茅ndose los labios.

            ―¿Es enserio? ¿Podemos comenzar de una vez? ―A Roy le molestaba cada vez que sal铆an de un tema y desviaban la conversaci贸n.

            Naty se apresur贸 caminando agachada al borde de la maleza junto a la v铆a. Diego se coloc贸 detr谩s de Aris para terminar de explicarle los 煤ltimos detalles.

            ―Hacemos varias rondas, f铆jate que el embace est谩 divido en dos partes ―Diego se帽al贸 la caja de pl谩stico viendo las lenguas con sangre―. La derecha son los SQ y los de la izquierda los SV. Naty no apuesta porque ella ser谩 la v铆ctima y no sabemos si ella eligi贸 SQ o SV, ella tampoco sabe el contenido de cuantas lenguas hay en cada espacio, ¿Est谩s entendiendo? ―explicaba con rapidez.  

            ―S铆… ―acept贸 tragando saliva.

            ―Naty se llevar谩 las lenguas de quienes apostaron en su contra, si los dem谩s acertamos la apuesta de Naty las lenguas simplemente se acumular谩n en el embace, ¿Comprendes? ―preguntaba para no abrumar al chico.

            ―¿Eso quiere decir que en cada ronda tenemos que arrancarnos otra lengua? ―Aris comenz贸 a sudar.

            ―¿Qu茅 pasa, ni帽o? ¿Ya tienes miedo? ―Ingrid se burl贸 de 茅l.

            ―Una lengua no es nada, Aris. Te la puedes arreglar ―Diego le palmaba la espalda para calmarlo―. En fin, haremos varias rondas, al final qui茅n tenga m谩s aciertos se llevar谩 la caja completa con toda la apuesta. Pero bueh, al final siempre terminamos compartiendo todo cuando cocinamos a la le帽a, esto es solo esp铆ritu deportivo, ¿lo captas? ―preguntaba Diego con esa sonrisa rara.

            ―Esp铆ritu deportivo ―Roy se burl贸 de ese t茅rmino―. Esto es todo menos un deporte, somos unos s谩dicos del dolor… ¡Shh! Viene un auto ―levant贸 las manos para que todos se agacharan m谩s entre la maleza.

            Naty se encontraba alerta, hab铆a visto las luces del coche acerc谩ndose a la curva de Sanit Token.

            ―Bonito auto ―susurr贸 Naty justo antes de correr por la carretera.

            Las luces amarillas iluminaron el cuerpo de la chica, haciendo un fuerte contraste dibujando la enorme sombra de Naty en el asfalto. El freno del coche no pudo anticipar el cuerpo frente al auto y sin siquiera darle una oportunidad al chofer para esquivar a la chica, la carrocer铆a impact贸 de lleno en Naty y la mand贸 volando por encima del cap贸, rodando por el techo del auto color plata y cayendo del otro lado, con un sonido pesado, muerto y aguado.

            El auto se detuvo y carbur贸 un poco.

            ―Yo apost茅 SQ, ¿T煤 qu茅 piensas? ―le pregunto Roy a Aris.

            ―Tiene que revisar a Naty, es una chica… ―Aris trat贸 de razonar.

            ―Naty es una rubia linda, siempre bajan del auto para revisarla. Ella siempre tiene suerte con eso, tambi茅n apost茅 SQ ―mencion贸 Ingrid observando la escena.

            Roy volvi贸 a chistar para que guardaran silencio.

            Naty estaba desplomada en el suelo, ten铆a las piernas destrozadas y las rodillas de forma invertida. Hab铆a un rastro enorme de sangre desde el techo del auto, como si una brocha hubiese pintado el auto con una l铆nea roja mal hecha.

            La puerta se abri贸 y se baj贸 un hombre mayor, un poco gordo y con muchas canas en lo poco que le quedaba de pelo en la cabeza y en la barba.

            ―Mierda, es un anciano… ―confirm贸 Roy.

            ―¿Qu茅 tiene de malo? ―pregunto Aris.

            ―¿No te has preguntado que hacemos si alguien se queda a confirmar el cuerpo o si quieren llamar a una ambulancia? ―Diego le abri贸 esa inc贸gnita.

            ―¿Los matan? ―Aris se horroriz贸 llev谩ndose una mano a la boca.

            ―¿Est谩s loco? No somos asesinos ―le respondi贸 Rafa asombr谩ndose de la impresi贸n que ten铆a el chico de ellos.

            ―Los asustamos, Aris. Les hacemos creer que somos fantasmas o algo as铆, lo que ellos quieran creer ―le explic贸 Diego volviendo a calmarlo.

            ―Los ancianos son un problema grande, una vez hicimos que una se帽ora se desmayara y tuvimos que llamar a una ambulancia. Fue un desastre ―relat贸 Roy preocup谩ndose un poco por Naty.

            El sujeto mayor se acerc贸 al cuerpo de Naty, con la punta de su zapato le movi贸 un hombro asegur谩ndose que estuviese muerta.

            ―Es una jovencita… ―dijo el anciano en voz baja.

            Comenzaron a temblarle las manos y a sudar a c谩ntaros. De vuelta al coche trat贸 de buscar su tel茅fono m贸vil.

            ―Vamos, Naty. No dejes que llame a nadie ―dijo Rafa en voz baja.

            Aris escuch贸 atentamente, estaba nervioso, cualquier detalle podr铆a hacer que todo salieran mal, pero los chicos ten铆an experiencia en ese juego. Al mismo tiempo, ten铆a curiosidad, quer铆a ver c贸mo Naty se zafar铆a de ese asunto.

            Entre tanto el se帽or buscaba su tel茅fono en la guantera en medio de los asientos, escuch贸 una risita a sus espaldas. Asustado, gir贸 asom谩ndose entre los asientos a trav茅s de la ventana trasera, las luces de atr谩s no iluminaban nada en el asfalto, solo un charco de sangre.

            El mismo susto hizo que el anciano cerrara la puerta del coche y su respiraci贸n se agit贸, ¿D贸nde estaba la chica?

            El motor del carro segu铆a carburando y sonando. Aun as铆, prestando mucha atenci贸n y cuidado, el anciano escuch贸 unas pesadas pisadas muy lentas a su derecha. Una mano ensangrentada golpe贸 la ventana manchando el vidrio con una huella h煤meda y roja. Naty se asom贸 con el rostro cubierto de sangre, ―cosa que improvis贸, en la ca铆da no se hab铆a golpeado tan fuerte la cabeza―. Peg贸 su lengua al vidrio desdibujando la mancha de su mano al lamerla, su cara demente le provoc贸 un p谩nico tal al se帽or que inmediatamente se acomod贸 en el asiento de chofer.

            ―¡Ll茅vame contigo! ―le grit贸 Naty y el sujeto aceler贸 dejando la v铆a.

            Los dem谩s comenzaron a re铆rse. Roy y Diego ayudaron a Naty a caminar a la maleza para que recuperara sus piernas con m谩s tranquilidad.

            ―¿Ll茅vame contigo? Est谩s viendo demasiadas pel铆culas malas de terror ―Ingrid se burl贸 jocosamente y Naty se ri贸 con ella.   

―Fue un SQ, ¿Cu谩ntas lenguas gan茅? ―pregunt贸 Naty.

―Solo te llevas una. Fui el 煤nico que apost贸 SV ―mencion贸 Rafa.

Uhm, peor es nada ―dijo Naty alzando los hombros.

―Con eso Naty acumula un punto para ganarse las lenguas que se acumularon por apostar SQ igual que hizo ella ―Diego segu铆a explic谩ndole a Aris.

Esperaron unos cuantos minutos a que Naty terminara de reconstruir sus piernas. Ingrid tuvo que ayudarla sosteni茅ndole las rodillas y enderez谩ndole las piernas, se tard贸 unos veinte minutos.

―Yo ser茅 el siguiente ―confirm贸 Roy―. Escuch茅 una corneta a lo lejos, creo que es un cami贸n ―se emocion贸.

Uh, amigo. Eso te va a doler ―Diego agit贸 las manos compadeciendo a Roy.

―¿Vas a apostar, ni帽o? ―le pregunt贸 Ingrid a Aris, 茅l solo neg贸 moviendo la cabeza.

―Es su primera noche, no lo presiones, le gustar谩 cuando llegue su turno ―Diego le zarande贸 la cabeza al ni帽o.

Todos procedieron a cortarse nuevamente las lenguas y las depositaron en el embace.

Al doblar la esquina se asom贸 una potente luz blanca que iluminaba much铆simo. El enorme cami贸n desaceler贸 para bajar por la curva y remont贸 para recuperar velocidad. Roy aprovech贸 ese instante para correr y atraves谩rsele en medio de la v铆a.

El conductor ni siquiera se tom贸 la molestia en frenar o bajar la velocidad. Esta vez el cuerpo de Roy fue enterrado por las llantas mientras el cami贸n le pasaba por encima. Roy se atasc贸 un poco entre las ruedas y le desquebrajaron varios huesos. Cuando el veh铆culo termin贸 de pasar escupi贸 el cad谩ver por la parte de atr谩s, el cuerpo cay贸 como si fuera un mu帽eco de trapo; destrozado por doquier y le faltaba la cabeza y un brazo.

―Eso fue demasiado… ―Aris se sorprendi贸 tanto que retrocedi贸 un poco.

―Qu茅 fuerte. Eso le va a tomar mucho tiempo para recuperarse ―formul贸 Rafa.

El conductor par贸 de lleno, el motor segu铆a andando. El tipo no baj贸 del cami贸n, se asom贸 por la ventana ajustando mejor su espejo retrovisor, era un hombre fornido con una extensa barba roja y amarillenta que llevaba una gorra azul muy sucia y los brazos arremangados. Al no poder observar mejor el accidente, abri贸 la puerta y se guind贸 desde el marco para observar el cuerpo.

―Maldito imb茅cil… ―dijo en voz alta―. Su puta madre, le vol茅 la cabeza ―agreg贸 con una risa nerviosa.

De un portazo cerr贸 la cabina y aceler贸 perdi茅ndose en el horizonte.

―Mierda, volv铆 a perder ―suspir贸 Ingrid con enojo.

―Rafa, acomp谩帽ame. Roy no se va a reconstruir 茅l solo ―Diego hal贸 a Rafa por su franela y salieron de la maleza.

Diego arrastr贸 el cuerpo liviano de Roy hasta la maleza y Rafa tard贸 unos minutos en encontrar la cabeza y el brazo de Roy.

Ingrid le sostuvo la cabeza a su compa帽ero ajust谩ndola al cuello y Rafa le acomod贸 el brazo para que comenzara la recuperaci贸n.

            ―No revelaremos las apuestas hasta que Roy vuelva a estar consciente, es una regla ―adiciona Diego para aclararle las dudas a Aris.

            Los tejidos musculares y la piel de Roy se fueron uniendo poco a poco, un sonido de crujido indicaba como sus huesos se iban reparando tambi茅n. Al cabo de unos cuarenta minutos, Roy estaba completamente recuperado. Acostado en el suelo se estir贸 sonando sus huesos y vomit贸 un poco de sangre llena de co谩gulos gruesos.

            ―Mierda, eso fue intenso ―reaccion贸 Roy ri茅ndose de s铆 mismo―. ¿Cu谩l fue el resultado? ―pregunt贸.

            ―SV, el tipo de fue ―dijo Rafa.

            ―Excelente ―afirm贸 Roy con una sonrisa―. ¿Cu谩ntas lenguas me gan茅? ―pregunt贸 acerc谩ndose al pl谩stico.

            ―Ingrid y yo apostados SQ, solo te llevas dos. Los SV de Rafa y Diego se acumulan ―explic贸 Naty contando las lenguas del embace.

            ―Me parece bien, voy ganando con dos lenguas a mi favor. Eso quiere decir que tenemos cinco lenguas acumuladas en la caja ―Roy aplaudi贸 un poco llev谩ndose la victoria por ahora.

            Roy sac贸 una botella de agua mineral del bolso y se bebi贸 todo el contenido, estaba sediento, se ve铆a que aquella reconstrucci贸n lo hab铆a agotado mucho.

            ―Y bien… ¿T煤 ser谩s el siguiente? ―Roy se帽al贸 al ni帽o, despu茅s de guardar la botella de pl谩stico en su bolso.

            Aris se apret贸 los labios, era normal para un inmortal ver sangre en sus entrenamientos de reconstrucci贸n de cuerpos, pero ciertamente esa era la primera vez que ve铆a partes volando y verdaderos accidentes. El impacto visual no era el mismo y su coraz贸n estaba acelerado. Pero, por otra parte, aquel instinto s谩dico y excitante de los inmortales sobre el dolor, lo atra铆a como si las manos esquel茅ticas de una entidad lo persuadieran y abrazaran para participar. Era normal que los inmortales disfrutaran el dolor, pero Aris nunca hab铆a llegado a sentir nada parecido a eso, 茅l odiaba sus entrenamientos por lo estricto que era su padre, ¿Pero en un juego? Un juego en contra de la voluntad y reglas de su padre y los clanes, ¡Eso le llamaba la atenci贸n! Por m谩s asustado que estuviese.

            ―Quiero hacerlo… quiero hacerlo ―dijo dos veces para convencerse a s铆 mismo.

            ―Repite las reglas ―Ingrid le acerc贸 el cuchillo al cuello.

            ―Elijo una de las dos opciones: SV o SQ ―trag贸 saliva al hablar―. Dejo que me atropellen, si la persona baja para ver como estoy y siento que va a llamar a alguien, lo asusto… ¿Eso es todo? ―El sudor se le acumulaba en la frente y la barbilla.

            ―Y no te preocupes si est谩s muy inconsciente como Roy. Nosotros nos encargamos de asustar a qui茅n sea ―Diego levant贸 el pulgar para darle m谩s confianza.

            Aris asinti贸 y se dio la vuelta para estar alerta del pr贸ximo veh铆culo.

            ―Una cosa m谩s ―quiso agregar Rafa―. Como no apostaste en las anteriores rondas, no ser铆a justo que recibieras recompensa, ser谩 para la pr贸xima vez ―intervino y los dem谩s estuvieron de acuerdo.

            El chico tambi茅n acept贸 y respir贸 profundamente esperando el siguiente coche.

            Diego dibujo su caracter铆stica sonrisa, su hermana Ingrid la capt贸 con inter茅s, sab铆a que su hermano estaba planeando algo. Y aunque fuese verdad, el plan de Diego no era una idea elaborada, sino m谩s bien un detalle psicol贸gico que hab铆a estado plantando en la mente de Aris desde el momento en el que hab铆a llegado. Diego lo envolvi贸 en una tela de confianza tan c贸moda y c谩ndida para que se sintiera a gusto junto a ellos, trat谩ndolo bien y explic谩ndole el juego. Diego sab铆a que no hab铆a manera f谩cil de deshacerse de Aris y si lo hac铆an a golpes y de mal manera, era evidente que los delatar铆a con su padre despu茅s de alg煤n interrogatorio. El truco psicol贸gico estaba en el “pero” de la situaci贸n; Aris quer铆a participar, se sent铆a atra铆do por todo el contexto y el juego era demasiado peligroso y morboso incluso para un inmortal entrenado por los maestros como Baralt. Diego ten铆a la certeza que aquel choque que se avecinaba, traumar铆a de tal manera a Aris que no querr铆a jugar m谩s ni saber de ellos en toda su vida y si por alguna raz贸n ten铆a intenciones de delatarlo, ―cosa que ve铆a muy poco probable―, simplemente todos lo delatar铆an a 茅l diciendo que hab铆a participado much铆simas veces o hasta podr铆an decir que la idea hab铆a surgido de su cabeza debido a los extremos y crueles entrenamientos fuera de la academia. Era un plan perfecto, solo necesita el detonante para culminar y ese detonante se acerca doblando la esquina.

            Nuevamente una luz dobl贸 al bajar por la curva, el auto aceler贸 a toda velocidad. Aris cerr贸 los ojos unos segundos, estaba sudando a c谩ntaros y le temblaban las manos, pero estaba decidido a participar, necesitaba saber que se sent铆a transformar el dolor en placer.

            Al salir de la maleza fue cegado por la intensa luz del autom贸vil, pero esa misma luz se volvi贸 un destell贸 electrizante cuando todo se apag贸 en su cabeza al recibir un mortal golpe que lo envi贸 volando al otro lado de la carreta y lo estrell贸 contra la ladera rocosa de la monta帽a. El auto derrap贸 dejando marcas en el asfalto y se detuvo a pocos metros del accidente. Ol铆a a neum谩tico desgastado y a sangre.

            ―Es la hora de la verdad ―mencion贸 Roy en voz baja.

            ―Que l谩stima, no se lesion贸 mucho… quer铆a ver alg煤n desprendimiento ―adicion贸 Naty decepcionada.

            ―Shuu, veamos que hacen ―dijo Diego.

            Del auto salieron dos personas, un hombre alto de cabellera rubia muy larga que vest铆a con camiseta muy elegante. El otro tipo era un hombre de estatura promedio, calvo con una barba negra muy poblada, su contextura era fornida, era 茅l quien iba al volante.

            El del cabello largo camin贸 unos pasos hacia Aris, su caminar era elegante, posaba los brazos cruz谩ndolos en su espalda.

            ―Parece que es un menor ―dijo el rubio sin el m谩s m铆nimo pudor.

            El otro sujeto se agach贸 en la carretera y rasp贸 la superficie tint谩ndose los dedos con sangre.

            ―Esta curva es peligrosa, se ve que hay muchos accidentes aqu铆. Esta sangre no es de quien atropell茅 ―dijo observando su mano iluminada por las luces traseras de su auto, olisque贸 un poco los dedos.

            ―¿Un animal? ―pregunt贸 el rubio.

            ―Eso espero… ―El tipo sac贸 una pistola apuntando a la maleza y dispar贸 varias veces.

            Las balas traspasaron la vegetaci贸n. Los chicos aguantaron la respiraci贸n. Rafa estuvo a punto de gritar, pero Diego se abalanz贸 sobre 茅l como lo hizo con Aris y le meti贸 los dedos en la boca para que no gritase, una de las balas lo hab铆a impactado en el est贸mago y se estaba desangrando. Eso ser铆a un problema, tendr铆an que abrirle el est贸mago a Rafa para sacarle la bala.

            ―Est谩s exagerando, Tito. Todo sali贸 bien esta noche, nadie nos persigue y mucho menos pienso que nos tendieran una trampa en medio de la nada ―razonaba el rubio.

            ―Tienes raz贸n, Axel. Me asegur茅 que nadie saliera vivo de all铆 ―afirm贸 el otro tipo guardando su arma.

            ―Hablando de vivos, revisa el cuerpo, ¿Es chico o chica? ―solicit贸 acerc谩ndose un poco al cad谩ver de Aris.

            El otro tipo corri贸 al auto y sac贸 una linterna para iluminar a Aris tendido al borde de la carretera del otro lado; era un peque帽o espacio de tierra 谩rida.

            ―Es un baroncito con cara de ni帽a ―examin贸 el sujeto toc谩ndole las partes 铆ntimas a Aris.

            Los dem谩s chicos observaban desde lejos, estaban preocupados, nunca hab铆an liado con ese tipo de situaci贸n antes. Esos sujetos eran extra帽os y peligrosos.

            ―Creo que se rompi贸 las piernas y un par de costillas. Pero todav铆a est谩 vivo, est谩 caliente y tiene pulso ―aseguraba el tipo calvo, revisando la mu帽eca de Aris y tocando los orificios de la nariz para sentir la corta respiraci贸n.

            ―¿Qu茅 hace un ni帽o tan peque帽o por aqu铆? ―se pregunt贸 el rubio mirando a su alrededor.

            ―Qu茅 se yo. Seguro est谩 huyendo de casa o algo as铆. Aunque con esta cara de ni帽o malcriado no lo creo ―le apret贸 los cachetes para verle la cara―. Ah, tambi茅n se rompi贸 un poco la cabeza ―observ贸 al ver la sangre en su nuca.

            ―No hay nadie por aqu铆. ―El rubio segu铆a observando la v铆a y los bordes de la carretera―. El chico es lindo y hace tiempo que no tengo un juguete tan bonito ―dijo repentinamente mirando a Aris―. Am谩rralo y m茅telo en la maletera del auto. Esta noche nos divertiremos con 茅l, Tito. ―Y se ri贸 de manera s谩dica.

            Los chicos observaban anonadados, con la mente en blanco, no ten铆an ning煤n protocolo para afrontar la situaci贸n. Iban a llevarse al hijo del Maestro Baralt frente a sus ojos.

            ―Vas a tener que aplicarle algunas curas y suturas o se morir谩 como el chico anterior ―le recordaba el calvo amarrando a Aris, entretanto lo levantaba con suma facilidad―. ¿Cu谩ndo fue la 煤ltima vez que nos follamos a un chiquillo? ―pregunt贸 rasc谩ndose la barba.

            ―Umm, Dani muri贸 a mediados del a帽o pasado ―trat贸 de recordar.

            ―Muri贸 ―el calvo se ech贸 a re铆r abriendo la maleta para meter a Aris―. T煤 lo mataste al meterle esas sustancias raras por el culo. A ver si este nos dura m谩s ―cerr贸 la puerta con fuerza y ambos entraron al auto.

            Unos segundos despu茅s el carro arranc贸 y se perdi贸 de vista.

            ―¿Qu茅 mierda fue eso? ―pregunt贸 Roy con el coraz贸n acelerado.

            ―Maldici贸n… ―dijo Ingrid con las manos sudadas y solt贸 el cuchillo.

            ―¿Qu茅 vamos a hacer? ―pregunt贸 Naty mir谩ndolos a todos directamente a la cara.

            ―A m铆 me sacan la bala primero. Esta mierda duele mucho, no me gusta c贸mo se siente ―expresaba Rafa sac谩ndose los dedos de Diego de la boca.

            ―No me interesa tu puta bala, Rafa. Se llevaron al hijo del maes… ―Roy estaba hablando y fue interrumpido por Diego.

            ―¡No haremos nada! ―exclam贸 call谩ndolos.

            Hubo un silencio sepulcral, ni siquiera sus respiraciones sonaban.

            ―¿Est谩s loco? Nos meteremos en problemas ―expres贸 Naty confundida.

            ―Estoy de acuerdo con Naty… No s茅 qu茅 plan ten铆as en la cabeza, Diego. Pero nos meteremos en problemas si ese ni帽o no aparece ma帽ana ―aseguraba Ingrid con el ce帽o fruncido.

            ―Nadie sabe que 茅l vino aqu铆. Estoy seguro que sab铆a muy bien como escapar de casa, nadie en todos los clanes sabe que vino con nosotros. Y si de alguna manera alguien vio que hu铆a, es imposible saber que vino a justamente a la curva de Sanit Token ―explicaba con cuidado.

            ―Tiene… sentido ―habl贸 Roy concordando con su compa帽ero.

            ―Por lo que escuchamos, esos tipos no lo matar谩n. Van a usarlo como a una mu帽eca sexual y cuando se enteren de que Aris es un inmortal, le har谩n todo tipo de cosas para divertirse. Parecen cuidadosos, puedo asegurarles que ninguno de ellos dos revelar谩 que tienen a un inmortal como juguete. Nadie sabr谩s m谩s de ese ni帽o a partir de hoy. Aris est谩 muerto ―proclam贸 Diego con la mirada muy seria.

            ―Vaya ―expres贸 Rafa aun con el dolor en su est贸mago―. Entonces s铆 hay maneras de morir para nosotros… ―se mir贸 las manos llenas de sangre y un escalofr铆o le recorri贸 la espalda.

            Los dem谩s sintieron la misma sensaci贸n fr铆a y aterradora de Rafa.

            ―Diego tiene raz贸n, el ni帽o est谩 muerto. No hay manera de rastrearlo, tenemos su identificaci贸n y su tel茅fono celular aqu铆 ―Roy se帽al贸 el morral con todas las cosas guardadas―. Bastar谩 con romper el m贸vil y enterrar su carnet ―sac贸 las cosas coloc谩ndolas en el piso.

            Ingrid de inmediato destroz贸 el tel茅fono con su cuchillo y las piezas se esparcieron por el suelo.

            ―No dejemos ninguna evidencia ―mencion贸 Diego―. Ingrid, s谩cale la bala a Rafa y termina de destrozar m谩s el tel茅fono y el carnet de Aris, necesitamos pedazos muy peque帽os ―explicaba Diego reuniendo las piezas separadas del tel茅fono celular.

            ―¿No querr谩s que…? ―Naty se asque贸 leyendo la idea de Diego.

            ―Nuestros est贸magos son m谩s fuertes y podemos digerir cualquier cosa. La idea de Diego es buena, nos comeremos toda la evidencia ―acept贸 Roy respirando con fuerza―. Creo que la noche terminar谩 por hoy, chicos. C贸manos esto y nos quitaremos el mal sabor con las lenguas que quedan en el embace ―se pein贸 la cresta sob谩ndose el entrecejo.

            Al cabo de un rato, la bala estaba fuera del cuerpo de Rafa y 茅l se recuperaba del destrozo que hab铆a hecho Ingrid tratando de extraer la bala. Ella se encontraba destrozando las partes del tel茅fono y el carnet, hab铆a hecho diminutas piezas y las acumulaba en una monta帽ita.

            ―Supongo que no jugaremos en un buen tiempo ―Naty suspir贸 juntando sus labios con una mueca infantil.

            ―Es lo m谩s sensato, o por lo menos buscar otro sitio. Ya lo hablaremos despu茅s de comer ―reaccion贸 Roy.

            ―Yo solo quer铆a que Aris se asustara tanto que no quisiera volver aqu铆 o que no nos delatara. Pero el plan sali贸 mucho mejor, esta es la mejor manera de deshacerse de un inmortal ―Diego se ri贸 con una voz seca y su caracter铆stica sonrisa sin expresi贸n―. Esta va por ti, Aris. SV para Aris ―alz贸 un pedazo del tel茅fono en el aire y con los dedos lo meti贸 hasta el fondo de su garganta para tragarlo.

            ―SV para Aris ―dijeron los dem谩s tomando m谩s pedazos del suelo para trag谩rselos. 

FIN

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